Savall ve en el arte "la única forma de salvación" ante un futuro incierto
Jordi Savall (Igualada, 1941), considerado como uno de los mejores violagambistas del mundo, reivindicó ayer en San Sebastián el valor del arte como "la única forma de salvación" de la humanidad ante un futuro incierto, su fuerza para "contrarrestar la violencia y una injusticia cada vez mayores". El intérprete y director de orquesta, quien realizó toda una reflexión socio-política en torno a la música, ofreció un concierto en el Kursaal, dentro de la Quincena Musical con su grupo Hesperión XX.
El concierto se anunciaba ya con un título sugerente: El paraíso perdido, en referencia a la riqueza cultural que propició el mestizaje de la época de Alfonso X el Sabio, que se resquebrajó tras la reconquista. Fue también la manifestación explícita de toda una filosofía de trabajo que ha guiado al músico catalán en su trayectoria internacional. Savall, fundador de Hesperión XX hace 25 años e impulsor de formaciones como La Capella Reial de Catalunya y Le Concert des Nations, siente la música y la vida de la misma manera, a partir del sentimiento solidario, del respeto al otro, de la seguridad de que los pasaportes fueron un invento macabro. De ahí que en actuaciones como la de ayer recupere composiciones que recuerdan la convivencia de las religiones cristiana, judía y musulmana o haga un guiño al sufrimiento de los Balcanes con música que remite al "fascismo" que destruyó Sarajevo. "Si no se toma conciencia de que hay una creciente injusticia en el mundo", dijo antes del concierto, "la humanidad no tiene futuro". Para este artista, nombrado Oficial de la Orden de las Artes y Letras de Francia", la música "tiene alma", como para Goethe, y puede erigirse en una de las formas de "salvación". La clave se encuentra en su valor intercultural, porque para Savall esta disciplina artística "además de un placer, es una puerta por la que se pasa a través de la sensibilidad y la comprensión". Lo ejemplarizó con el aprendizaje infantil. "El ser humano", manifestó convencido, "empieza a realizarse como tal gracias a la música. Antes de que pueda entender el significado de amor o ternura comprende la música de las palabras de su madre". Esta es, a su juicio, la cultura "más universal de todas", para la que no hace falta estudiar musicología, para la que sólo se necesita sensibilidad. El artista catalán, que lleva años en la tarea apasionante de recuperar partituras de música antigua, trató de transmitir ayer esta filosofía, en el segundo concierto del ciclo de Música de Cámara.
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