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Pérez Villalta exhibe su obra gráfica en el Museo del Grabado de Marbella

El Museo del Grabado Español Contemporáneo de Marbella presentó ayer la primera exhibición antológica de la obra gráfica de Guillermo Pérez Villalta. A lo largo de más de un centenar de cuadros -la mayor parte de ellos inéditos- el espectador puede constatar la evolución que ha sufrido el artista y pensador gaditano desde sus primeras serigrafías en color de 1972 a sus últimas obras fechadas en 1998. La muestra acaba el 26 de septiembre.

Lo que se ve en esta muestra no son reproducciones de su obra pictórica, aunque ambas facetas transcurran de forma paralela, sino el fruto de un proceso, que a veces dura años, y que tiene como objetivo dar cuenta del "hombre ante el cosmos". "No me considero un maestro del grabado. Es, al igual que la pintura o la escultura, un medio para desarrollar mis ideas y mi visión del mundo", aseguró Pérez Villalta. Ahí, y no en la técnica, es donde cree que radica el interés de su obra. El artista emplea el grabado como el poeta utiliza la palabra: para narrar la historia. Una historia que, dijo, está falta de toda creencia pero llena de apasionamiento. "Soy una persona muy de fin de siglo: contradictoria, escéptica. No creo en nada. Pero siento profundamente las cosas". La muestra presenta una evolución coherente, sin sobresaltos, en la que el artista permanece en lo figurativo enmarcado en un espacio, casi siempre arquitectónico o geométrico, sin acudir a lo abstracto. Las obras de los setenta son fruto de una gran crisis con la tradición moderna. "Entonces empiezo a volver a mis ancestros y a ver de dónde soy y de dónde he venido: de la tradición mediterránea". Pero la obra gráfica más relevante es la que realiza en los años ochenta. Fue entonces cuando creó El Cruce, de la que también se exhiben los dibujos preparatorios. A lo largo de cinco litografías, el autor hace explícitas al espectador sus raíces: la mediterránea, la europea, la africana y la americana. En la muestra puede verse La Odisea, una serie con la que se ilustró el libro de Homero traducido por José Manuel Pavón y que, según explicó, le llevó más de tres años de trabajo. Y también los grabados que ilustraron la edición de Faetón, del Conde de Villamediana. La obra de los noventa de este artista, premio Nacional de Artes Plásticas y Medalla de Andalucía en 1985, deriva más directamente que en otras épocas de la pintura. Es "más fría, más luminosa y menos dramática".

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