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Robert King estrena hoy en San Sebastián la ópera-ballet "The Fairy Queen" de Henry Purcell

Maribel Marín Yarza

La orquesta y el coro del músico inglés Robert King protagonizarán hoy el estreno absoluto en un teatro de The Fairy Queen, una ópera con música de Henry Purcell basada en parte en El sueño de una noche de verano de William Shakespeare. Será en el Victoria Eugenia de San Sebastián (20.00 horas), dentro de la programación de la Quincena Musical donostiarra. El montaje, que recalará en Bilbao el próximo octubre, no está concebido como una ópera al uso; recurre también a la danza para actualizar la versión original estrenada en Londres en 1692.

The Fairy Queen (La reina de las hadas), que también podrá verse mañana en San Sebastián, se representó el pasado mes de julio dentro de The City of London Festival. Pero no será hasta esta noche cuando se escenifique por primera vez en un teatro. La cita que ha preparado Quincena Musical con este género artístico tiene una garantía segura. El montaje, una ópera-ballet en cinco actos, llega de la mano de Robert King, un reconocido músico inglés que es además especialista en Purcell, uno de los más célebres compositores del siglo XVII. La acción sitúa al espectador en 1920. Un equipo de rodaje se encuentra filmando su última película en un bosque. Es la noche de San Juan, en la que la magia cobra toda su fuerza y surgen las hadas y otros seres fantásticos. De esa "mezcla estética de los años veinte y la magia nace el glamour, la atracción, la seducción" que sintió el público en el estreno de esta ópera en 1692, según King. Entonces la obra contó con un presupuesto de 3.000 libras esterlinas (más de 750.000 pesetas), lo que hoy equivaldría a casi millón y medio (más de 376 millones de pesetas), cantidad que King ni sueña alcanzar. "Fue la producción más exótica y extravagante del siglo XVII", dijo. A falta de dinero el director ofrece otros alicientes a The Fairy Queen. Ha suprimido las partes del texto que no nacieron de la pluma del dramaturgo inglés y ha complementado el montaje con una coreografía de casi dos horas que sitúa en el escenario a 16 bailarines. "Nos hemos acercado más al espíritu de la obra de Shakespeare y hemos reciclado del trabajo de Purcell". La ópera funde así "las tradiciones musicales francesa, italiana e inglesa", según King, quien recurrió a la historia para explicarlo. Según relató, a mediados del siglo XVII, después de la guerra givil que instauró la república en Gran Bretaña, el hijo del monarca Carlos II se exilió en Versalles. Allí conoció la tradición musical francesa, que también se había abierto a la influencia italiana. A su regreso tras la restauración, llegó con la maleta del mestizaje. Purcell creció en esa época en la que además renacieron las artes escénicas, prohibidas durante mucho tiempo. En la superficie de la música del compositor inglés está, a juicio de King, "la exuberancia, la alegría", pero advierte cierta "melancolía" en el fondo de sus obras. Para el director "Purcell es el compositor inglés que mejor ha sabido combinar la palabra con la música. Su talento para hacer esa fusión es incomparable", dijo ayer. Robert King confía en haber logrado el equilibro entre música, texto y danza. La puesta en escena, diseñada por el colaborador habitual del cineasta Kenneth Branagh, Stuart Hopps, sigue en parte los cánones barrocos; emplaza a la orquesta, el coro y los solistas en el foso y reserva el escenario para los bailarines. Es una apuesta para un director que reivindica la fuerza de la música barroca: "Es como una cebolla, siempre queda una nueva capa por descubrir".

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