"Soy el obispo de la arena y del gran viento"
Gaillot es, desde hace cuatro años, el obispo virtual de Partenia, una diócesis argelina del sigloV a la que el Papa le quiso confinar y que ya no existe, tras lo que creó una dirección en Internet con este nombre. Ha participado en Almuñécar en un curso de la Universidad de Granada sobre el futuro de las religiones, dirigido por José María Castillo, uno de los dos profesores expulsados hace años de la facultad de Teología de Granada.Pregunta. Usted fue destituido hace ya cuatro años. ¿Considera positiva su experiencia fuera de la Iglesia institucional?
Respuesta. Totalmente. Ha supuesto una nueva vida. Ahora soy el obispo no de una catedral, sino de la plaza exterior. En esa plaza he encontrado a mucha gente que celebra manifestaciones, fiestas, encuentros. Hay gente que no entra en la catedral y se queda fuera. Yo soy el obispo de fuera. Es en la intemperie donde me encuentro con la gente. A veces me invitan a entrar dentro, pero yo me resisto. En ocasiones he presidido algunas celebraciones, pero sin función pastoral.
P. ¿Cómo ha afectado a su quehacer diario?
R. He viajado mucho por todo el mundo, y me he dado cuenta de que hay una gran vitalidad en las bases de la Iglesia. He encontrado a muchos cristianos que tienen sentido crítico, libertad de palabra y responsabilidad. Cristianos bien formados. Creo que el futuro no está en los responsables de la Iglesia sino en esta gente. Va a nacer otro tipo de Iglesia en la que los cristianos, y no los obispos ni el Papa, serán la Iglesia.
P. ¿Confía en que un nuevo pontificado pueda cambiar las actitudes más reaccionarias de la jerarquía?
R. Los grandes cambios no vendrán de la cima. No porque haya otro Papa va a haber cambios. El gran cambio consiste en que haya cristianos que piensen y decidan por sí y que no esperen que les digan qué hacer.
P. ¿Cree que algunas de sus peticiones, como el mayor protagonismo de la mujer, se van a llevar a efecto?
R. Los cambios se van imponiendo aunque la autoridad los rechace. Los padres no pueden impedir a los hijos que piensen de otra forma. El papel de la mujer es un signo de los tiempos y la Iglesia no podrá coartarlo. En la Iglesia hay una cultura monárquica, pero no podrá impedir que se imponga la cultura democrática.
P. ¿Ese divorcio puede tener consecuencias virulentas?
R. Los cristianos son cada vez menos agresivos respecto a la Iglesia oficial. Muchos siguen apegados y sufren por ello. Lo importante para ellos es vivir con libertad y felicidad. No está mal que el Papa hable, pero somos nosotros quienes tenemos que decidir.
P. Sin embargo, las reacciones de la Iglesia contra quienes piensan de otro modo, como en su caso, sí son contundentes.
R. La Iglesia, con esas actitudes, no se engrandece, no es evangélica. Debería ser la iglesia de los excluidos y no de la exclusión. La exclusión es siempre un fracaso, un signo de la incapacidad de escuchar y dialogar.
P. Los cristianos críticos con los métodos eclesiásticos; ¿son una corriente organizada?
R. Existe una Iglesia que se construye en redes, como en Internet. Los cristianos están unidos, se encuentran a veces. Hay muchos grupos con un cierto grado de coordinación. Son gente que tiene el sentimiento de que ellos son iglesia. Su lucha no es contra la Iglesia sino por los derechos del hombre, por la justicia y la paz. Sus energías no son para transformar a la Iglesia.
P. ¿Cree que las numerosas sectas y religiones que hay en Europa y América son indicio de una mayor inquietud espiritual? R. Mucha gente emprende la búsqueda espiritual, busca un sentido a la vida. Buscan fuerzas que les permitan tomar decisiones en la vida pero desconfían de que les digan qué tienen que hacer. Quieren guardar su libertad y sólo atienden a las personas que dan un testimonio de vida. Así, por ejemplo, se sienten atraídos por la tradición de la no violencia del budismo o por el mensaje católico de san Francisco de Asís. No se puede impedir a la gente que elija una religión. Mucha gente tiene la impresión de que la Iglesia quiere mantener un pensamiento único. Este fenómeno debería hacer pensar a la Iglesia y decidirla a acompañar a la gente sin imponer nada.
P. En Cataluña se han producido recientemente ataques racistas contra musulmanes. ¿Qué opina de ese odio representado en los símbolos de las otras religiones?
R. El racismo es siempre el miedo del otro. Temo al otro porque es diferente: otra cultura y otra religión. Es miedo a perder la identidad. Por eso es importante luchar contra todo ese tipo de racismo. Las religiones tienen la obligación imperiosa de dialogar y entenderse y tomar la decisión de eliminar la violencia. Mi sueño para el próximo milenio es que vivan juntos, en igualdad de derechos, israelíes y palestinos, kurdos, kosovares y serbios.
P. ¿Qué piensa de la actitud europea hacia los inmigrantes?
R. En Europa no se acepta a los inmigrantes del norte de África y se siguen construyendo muros separadores. En la Declaración de los Derechos Humanos se proclama la libertad de circulación, pero es un mandato que no se cumple. En Europa, nosotros podemos circular, igual que el dinero y las mercancías, pero ciertas personas no.
P. Si no hubiera sido por Internet, ¿cómo hubiera expresado sus ideas?
R. Internet me ha permitido comunicar. De otro modo lo hubiera hecho en la prensa. Comunicar es vivir y encontrar a otros.
P. ¿Qué opina la gente de una diócesis virtual?
R. Partenia es el símbolo de los que tienen el sentimiento de no existir. Es una diócesis inmensa, donde el sol no se pone. Soy el obispo de la arena y del gran viento.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.