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Habaneras en la alta montaña

Si el éxito se mide por su asistencia, la cena estival de la élite de la "Cerdanya pija" -según envidiosa definición territorial del lado de comarca que queda al margen de la ocupación barcelonesa- que organiza el hospitalario y comunicativo diputado de UDC Jordi Casas corre el peligro de morir de éxito si el patio de su casa de Queixans continúa abierto de par en par a todos aquellos que se presentan sin invitación. Quizá porque este año el ágape no tuvo la competencia del suquet de Portabella, hasta 20 comensales se presentaron el pasado sábado sin previo aviso. La organización reaccionó con rapidez y pudo hacerse con los 20 muslos de oca que faltaban para completar un excelente menú en el que los embutidos y el requesón de la Cerdanya redondeaban la contundencia de un Tiró (pato con peras). Ni la gastronomía ni la relevancia de los invitados parecen constituir un obstáculo para que Queixans pueda alcanzar algún día el pedigrí del suquet ampurdanés, aunque maliciosos comentarios destacaron la ausencia de personajes de la prensa rosa y vincularon el conservadurismo que domina en la convocatoria con la escasa presencia del mundo de la cultura. El veterano historiador Josep Benet constituía una rara excepción ante el predominio de políticos y empresarios. El ministro portavoz del Gobierno Josep Piqué fue, como en la anterior edición, la estrella más refulgente. Empezó repartiendo sonrisas y apretones de manos y acabó expeliendo placenteras humaredas de habano e intrigantes confidencias con el líder de UDC, Josep Antoni Durán i Lleida. Ambos, acompañados de sus esposas, ocuparon la mesa presidencial junto a los consejeros de la Generalitat Xavier Pomés e Ignasi Ferreras; Josep Pintó, presidente de la Obra Social de La Caixa; Jordi Casas, organizador del acto, e Isidre Forgas, suegro del anterior y alcalde del municipio. Este último exteriorizaba tal simpatía entre invitados y periodistas que parecía desmentir los comentarios de que era a él a quien le tocaba pagar el pato de los 180 invitados. Aunque a decir de algunos, Casas organiza el acto para atacar al respetable con una sesión de habaneras, al estilo de los matrimonios que organizan cenas para pasar el vídeo de la boda, lo cierto es que el grupo de que forma parte cuajó una actuación feliz y consiguió que los formales comensales se dejaran impregnar por la habaneras de alta montaña y llegaran incluso a ondear sus servilletas al compás de La bella Lola. Después, algunos se lanzaron a la caza del cremat y se formaron animados corros de conversación. Los temas políticos habían quedado aparcados en los primeros compases del acto, cuando un ejército de furibundas hormigas voladoras, cansadas quizá de declaraciones de Piqué lastradas de flacidez veraniega sobre Ceuta y Melilla, Pinochet y las pensiones, y las de Durán i Lleida repitiendo sobre las pensiones, la emprendieron con Joaquim Nadal y con las ordas periodísticas que le interrogaban. Como en cualquier acto social que se precie, una de las distracciones consistió en ir identificando a los presentes: Juan Rigol, presidente de UDC; Josep López de Lerma, vicepresidente del Congreso de CIU; Joan Carretero, alcalde de Puigcerdà de ERC; Joan Ganyet, diputado del PSC y alcalde de la Seu d"Urgell; Conrad Plach, alpinista y director de Soldeu el Tarter; Simon Pujol, vicepresidente del Parlament del PP; Joan Castells, presidente de FIATC; Pere Narbona, presidente del Hospital General de Cataluña; Xavier Civit, director de loterías de la Generalitat, etcétera, etcétera.

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