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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Padre de familia

Soy padre de familia y les escribo sin mucha esperanza de que lo que les voy a contar encuentre eco en los responsables de la situación que describo. Pero aún me queda algo de esperanza. Verán. Trabajo muchas horas al día, razón por la cual apenas puedo ver a mis hijos. Sus vacaciones sólo coinciden parcialmente con las mías. Por eso trato de aprovechar al máximo el escaso tiempo del que dispongo para relacionarme con ellos.El caso es que, cuando a última hora de la tarde llego a casa y ellos han regresado de sus citas con sus amigos, me gusta sentarme con ellos y charlar o ver juntos la televisión. Hasta aquí, todo normal. Supongo que habrá miles de padres y de madres en circunstancias parecidas.

Pero resulta que, con la programación que emiten las distintas cadenas -a mí, como madrileño, me gusta Telemadrid- he visto que todo aquello de lo que hablamos juntos se ve abiertamente contradicho con lo que la programación de telefilmes emite a diario.

Es verdaderamente bochornoso el tono de las películas que programan. No hay más que asesinatos, violaciones, robos a mano armada, sexo sin amor, falta de diálogo, en definitiva, basura completa. Eso sí: fuego, mucho fuego; drogas, muchas drogas; disparos, hachazos, sangre y muerte a borbotones.

Lo malo de los programadores de turno es que consideran que a los adolescentes, con ponerles de vez en cuando un reportaje sobre asuntos ecológicos, de animales o de naturaleza, ya los tienen contentos. Y eso no es cierto. Es rarísimo que se les brinde la oportunidad de ver un filme con un relato sobre un asunto de la vida cotidiana tratado con respeto, aunque sea un tema complejo.

No pido que se endulcen las películas, ni que sean censuradas, sino, más bien y simplemente, que se proyecten o se estimule la creación de películas con algún contenido, con alguna enseñanza, con algo que sea útil a los adolescentes y les permita pensar que la vida, su vida, no va a ser un compendio de horrores como los que la televisión, también la televisión madrileña, les muestra cada día. Tampoco pido que todas las películas sean así.

Creo que no hay talento entre los cinestas que triunfan, aquí y fuera de España, para mantener una línea de creación cinematográfica con contenidos del tipo que insinúo. Pero al menos pido que algunas de las películas que se proyecten les sirvan para reflexionar o disfrutar de un modo no morboso.

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Claro que, mientras llega el tiempo en que mis peticiones son satisfechas, y ya que considero que los adolescentes tienen inteligencia y sensibilidad para darse cuenta de que no ven más que basura, ellos decidan prescindir de la televisión y se dediquen a vivir la vida sin más traumas que los que de por sí plantea.

Por último, un consejo a los programadores: tienen ustedes en sus manos buena parte de la educación de los adolescentes y de los jóvenes de Madrid. Cuando ustedes vean cómo se disparan los índices de delincuencia, cómo crece el sufrimiento y el hastío entre ellos, cómo prolifera el consumo de drogas, el alcohol y otras lacras, deben saber que ustedes son responsables, parciales, de todo ello, porque muchos de esos adolescentes no tienen unos padres que dispongan de tanto tiempo como la televisión para comunicarse con ellos.

Y no me vengan con la historieta de que los padres nos desentendemos. Todo lo que con mimo y cuidado, amor, respeto y sentido crítico tardamos años en conseguir, ustedes pueden pulverizarlo en una hora y cuarto de película sin sentido.-

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