El triángulo perfecto

La sensibilidad de una película, el tiempo que es necesario para exponerla y la apertura del objetivo es la tríada perfecta. Lo que hace buena o mala una foto, técnicamente hablando, depende exclusivamente de esta estrecha relación . Simplificando, la ecuación la resuelven solamente el tiempo y la apertura. La sensibilidad es la que marca las reglas del juego. Y es importante conocerlas. No es lo mismo hacer una foto con película de alta sensibilidad que con una de baja. Pero una vez establecida la norma, el juego comienza y el resultado puede ser diametralmente opuesto. ¿Qué interesa?: una foto que esté todo a foco o sólo un plano nítido y su alrededor desenfocado. Congelar el movimiento, o un barrido. Cualquier intención vale, pero hay que saber que si se cierra el diafragma para obtener profundidad de campo se tendrá que disparar con un tiempo más prolongado. Porque eso sí: la cantidad de luz tiene que ser la que marca la sensibilidad que se eligió para hacer la toma. Diafragma que se cierra, tiempo que aumenta y al revés. Se puede obviar todo esto, coger la automática y disparar a todo. No es esto lo que hizo el entrañable Xavier Miserachs que marcó toda una generación que utilizaba pocos artilugios para contar, pero que le bastaron para su aguda crítica del ambiente opresivo del franquismo. Como esta foto-esencia donde nada es gratuito y lo cuenta todo con una sola mirada.