Piratas en la red
Los episodios de piratería informática se multiplican, y ello resulta preocupante porque demuestra la fragilidad de una red que está llamada a soportar todo tipo de comunicaciones. Pero del repertorio de episodios piratas no todos merecen el mismo trato. Hay piratas informáticos que actúan movidos por un reto intelectual y otros que lo hacen para sembrar el terror, atentar contra los derechos de autor u obtener ganancias personales a costa de terceros. Una cosa es la intromisisión en una página para colgar un mensaje ideológico o una broma maleducada -como ha sucedido esta semana con la página de La Moncloa- y otra muy distinta el asalto con voluntad de alterar datos vitales para la organización titular de la página u obtener beneficios del manejo digital. El tratamiento de unos y otros casos requiere medidas de muy distinto signo, acordes con su importancia. Esta misma semana, unos piratas han entrado en la página de La Moncloa y han colgado un grafitti digital. Pintarle colmillos y cuernos al presidente del Gobierno demuestra una mentalidad algo pueril, tanto como el texto que acompañaba a la gracia; pero tomárselo por la tremenda, también. Lo preocupante es que pone de manifiesto la vulnerabilidad de una página que debería estar más protegida. Produce una imagen de fragilidad de la red frente a los intrusos y una cierta pérdida de confianza en la misma. Pero eso es todo. Porque agregarle gravedad resulta un tanto ridículo, y reír la broma, como pasa con las gracias de los niños, sólo ayudará a secundar su repetición, a la búsqueda, por cualquier otro pirata, del reconocimiento a tanto ingenio.
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