Hay peces que se esconden y muerden
Cuatro son las familias de peces marinos que incluyen especies potencialmente peligrosas para los bañistas. Ello se debe a que poseen aguijones venenosos que pueden clavarse en la piel cuando, accidentalmente, se les pisa. Sus nombres comunes son el águila marina, las pastinacas, el cabracho y el pez araña. Los dos primeros son grandes peces; pueden alcanzar hasta dos metros de longitud. Son parecidos a la raya, con un aguijón dentado en la cola. Mientras las pastinacas, a veces, se entierran en la arena -ahí está el peligro-, el águila marina nada entre dos aguas. El cabracho, en cambio, es mimético y tiene la cabeza erizada de cortos aguijones. El pez araña, que mide entre 12 y 14 centímetros según la especie, también gusta de enterrarse en la arena, con el consiguiente riesgo para quienes merodean en su entorno, que, al colocarle la planta del pie encima, se clavan los aguijones que tienen en la aleta dorsal y en los opérculos. Los síntomas del contacto con estos peces son el dolor agudo que comienza a irradiarse después de hora y media. Entonces aparece la inflamación y el escozor. A veces, en ciertas de personas, el efecto es más grave y les provoca náuseas y fuertes dolores cabeza. Si la agresión ha sido de un águila marina o del pez araña, los tejidos afectados mueren después de 24 horas. En cambio los efectos más comunes en el contacto con las pastinacas son los desgarros. El tratamiento para estos casos es siempre el mismo: lo primero que hay que hacer es limpiar la herida con agua oxigenada. A continuación se debe enfriar la zona de forma moderada para reducir la circulación local. Después se aplica agua muy caliente en la parte dañada. Nunca deben hacerse torniquetes; tampoco es bueno hacer cortes. Lo más urgente es trasladar al afectado a un centro médico.
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