MANO DE MONJA
La entrega a lo espiritual no parece suponer merma alguna para tener grandes dosis de remango ante los imprevistos del día a día. Las Hijas de la Caridad de Sevilla protagonizaron la detención comunitaria (y astuta) de un chorizo que les robaba dinero de sus celdas. Las religiosas, con la mosca detrás de la oreja desde hacía tiempo, echaban en falta alrededor de 50.000 pesetas. El principal sospechoso era un merodeador que se hacía pasar por operario de la Casa Provincial de las Hijas de la Caridad. Cuando le volvieron a echar el ojo encima, y en un alarde de sincronización, un grupo de monjas se puso a darle palique al ladronzuelo parapetando la carrera de otra para marcar el 091. No ha trascendido si la conversación giró en torno a lo material o lo espiritual, pero el hecho es que el joven José María C. G. -que ya había sido detenido otras 49 veces por robos con similiar método en hospitales y residencias- se quedó embebido con la verba de las religiosas. Llegaron los de azul y le sacaron de la celda de recogimiento para llevárselo a la del tormento.
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