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La Asamblea del presidente Chávez asume el poder político absoluto en Venezuela

Javier Moreno

Las instituciones venezolanas han quedado, de facto, en suspenso. En su primera reunión, la Asamblea Constituyente salida de las urnas el 25 de julio y controlada por el presidente Hugo Chávez asumió ayer el poder máximo del Estado, en una ceremonia con ribetes revolucionarios en la que la mayoría de los 2.200 invitados pidió a voces la disolución del Parlamento. La sala estalló en gritos de júbilo al proclamar el presidente de la convención, Luis Miquilena: "Declaro solemnemente el carácter originario de la Asamblea", esto es, sin límites legales en su capacidad de decisión.

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El acuerdo de declararse poder supremo del país era muy esperado, a tenor de las declaraciones de muchos constituyentes en los últimos días, pero aún así, las palabras del presidente de la convención sonaron como el golpe definitivo al viejo sistema político que ha regido desde 1961 en Venezuela, la democracia más antigua de América Latina, México siempre aparte.Consternados por esta primera decisión de la Asamblea, la soberanísima, en calificativo de Chávez, los únicos cuatro asambleístas opositores permanecieron sentados en medio de los aplausos atronadores de los asistentes al acto, celebrado en el aula magna de la Universidad Central de Venezuela, en Caracas. "Una calamidad", dijo luego del acuerdo uno de ellos, Alberto Franceschi. "Ellos sabrán lo que hacen", se lamentó, fatalista.

El cuerpo diplomático en pleno, con el nuncio del Vaticano al frente como decano, tampoco se levantó ni aplaudió en ningún momento de la ceremonia, que tuvo poco de institucional, pues el presidente de la Asamblea, Luis Miquilena, dirigente del Movimiento V República de Chávez y ex ministro del Interior, pronunció un discurso en el que atacó violentamente a sus enemigos políticos, a quienes calificó de "vacas sagradas del derecho, que pretenden que esta Asamblea sea una simple asamblea cualquiera para redactar una constitución".

Peligro de golpe

La oposición considera, en efecto, que redactar la nueva Carta Magna es la única tarea legítima de la Asamblea constituida ayer y que cualquier otra decisión de las ya anunciadas como inevitables, intervenir el Tribunal Supremo o anular la capacidad legislativa del Congreso, viola la ley y roza el golpe de Estado. Miquilena los descalificó en su discurso, sin contemplaciones legalistas ni consideración por el cargo institucional que asumió ayer, según los observadores más críticos, pues incluso justificó el golpe de Estado intentado por Chávez en 1992. "Siguen siendo nuestros enemigos", dijo de la oposición, sin tomar en cuenta que algunos se sentaban entre los 131 asambleístas que a partir de hoy tienen en sus manos el futuro político de Venezuela, 120 de ellos adscritos a la revolución de Chávez, bolivariana según él, y funesta para la democracia y la división de poderes, según sus adversarios.Entre vivas a Chávez por parte de la concurrencia, Miquilena sentenció que los venezolanos viven a partir de ayer "una época nueva". "El país cambió; no es el país que ellos gobernaron 40 años", anunció el presidente de la Asamblea. Dejó constancia así ante la ciudadanía de que el triunfo electoral del día 25 de julio servirá para sepultar las últimas cuatro décadas, época de luto nacional por el caciqueo y la rapiña desvergonzada del presupuesto del Estado a manos de los partidos tradicionales, según la mayoría de venezolanos que auparon al poder al presidente en diciembre pasado y enviaron a socialdemócratas y democristianos a una travesía del desierto de final incierto.

Cargada de simbolismo, la segunda decisión que aprobó la Asamblea fue proseguir sus deliberaciones mañana en la sede del Congreso Nacional, lo que hace temer a muchos diputados que no puedan entrar de nuevo en el edificio caso de que decidiesen reanudar las sesiones, suspendidas preventivamente la semana pasada para evitar una disolución a la brava. Muchos de ellos se revolvieron contra la decisión de sus jefes parlamentarios de enviarlos a casa, y un diputado democristiano retó al presidente a sacarlos del hemiciclo "con los tanques y las bayonetas" en la última sesión del Parlamento.

Ocupado el Congreso Nacional por los nuevos constituyentes, la sesión de la Asamblea de mañana se dedicará a recibir en audiencia al presidente Chávez, que pondrá su cargo a disposición de la convención para simbolizar el poder absoluto de ésta y les entregará su propio anteproyecto de Constitución. Los constituyentes, previsiblemente, le reelegirán presidente de la República por aclamación, pero el acto servirá para advertir al país y a la comunidad internacional de que no se extrañen si a continuación la soberanísima decide intervenir el Tribunal Supremo, o disolver el Congreso si se pone "cómico", en palabras de Chávez, esto es, respondón. Poco inclinados de momento a estudiar una nueva Carta Magna, los constituyentes han previsto ocuparse el lunes del Tribunal Supremo.

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