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Reportaje:

Un argentino que diferencia norte y sur

Orlando Alfredo de Jaime Muñoz lleva en España 13 años, los últimos nueve en Alicante. Tiempo suficiente para que este argentino eche por tierra todas las teorías respecto a la vertebración de la Comunidad Valenciana. "Los alicantinos no tienen nada que ver con los valencianos, son distintos en todo", asegura. ¿Las diferencias? "Los alicantinos tienen una absoluta falta de complejos", observa. Los alicantinos son también, en su opinión, más cosmopolitas y abiertos al extranjero que los valencianos. "En Alicante nadie me ha recordado nunca que no soy de aquí", dice, y rememora una conversación en Valencia sobre política en la que, cuando intervino, uno de los participantes, contrario a sus ideas, le recriminó que, siendo argentino, opinara sobre temas españoles. También las ciudades son diferentes: "Alicante tiene un sabor a pueblo que Valencia jamás recuperará", afirma. Orlando ha elegido, por tanto, Alicante como destino vital, en el que ha hallado una cierta estabilidad tras su accidentada llegada a España. Orlando visitaba Barcelona hace 13 años cuando le robaron toda la documentación y el pasaporte le llegó a los seis meses, cuando ya había decidido quedarse. Llegó a Alicante en invierno y quedó "fascinado por el paisaje de la playa, porque fuera un invierno tan tibio...", afirma. Y decidió quedarse. "He visitado otros países y en ninguno existe esta calidad de vida", asegura. Orlando ha viajado por España y, respecto a otros enclaves con importantes colonias de extranjeros, destaca que Alicante es más sensible a la inmigración del Tercer Mundo. "En Marbella y Málaga hay muchos alemanes, ingleses, suizos... pero aquí hay árabes, argelinos y gran cantidad de suramericanos. Alicante es una puerta verdaderamente hacia fuera", reflexiona. Orlando ha adoptado costumbres gastronómicas. Propietario de una bodeguilla en la que se degustan excelentes tapas, lo reconoce sin ambages: "En la Comunidad Valenciana he aprendido a comer. La dieta argentina está basada en la carne, mientras que aquí puedes comer de todo". Pero no ha podido desprenderse de su dosis diaria de mate. "Es la única costumbre que conservo, pero la más fuerte de todas", señala. Lo que más echa de menos. La lluvia. Lo que más le chocó al llegar. Orlando fue a vivir a San Juan y le sorprendió mucho darse cuenta de que podía tratar al alcalde como un vecino más. "Es un trato más cercano, pero claro, San Juan es un municipio de 13.000 habitantes y en Argentina yo vivía en una ciudad de un millón y medio de personas", reflexiona. Asimismo, le abrumaba el dinero que se gasta el Ayuntamiento en promocionar Alicante, la cantidad de billetes que se consumen en Les Fogueres de Sant Joan. "Sin embargo, posteriormente me dí cuenta de que es una inversión más, porque yo he invitado a muchos argentinos a ver las hogueras", apunta. Y un último desconcierto: "La devoción que se profesa en la Semana Santa y lo vacía que está la iglesia el resto del año. Los españoles son católicos cuatro días al año, lo cual quiere decir que alguno de los dos comportamientos no es verdadero", dice. Cómo nos ve. Con el don de la palabra. "Los alicantinos saben hacer valer sus derechos con muy buenas formas. Tienen una verborrea con la que pueden llegar a decirte cualquier barbaridad y tú la digieres divinamente", asegura. En política, paternalistas, ya que en su opinión aquí se vota a una persona y no a un conjunto de candidatos.

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