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Un "chorizo" en la jet

DE PASADALa sombra de la sospecha cayó fulminante sobre la ciudad de Jesús Gil. ¿Será posible que sea mentira eso que nos vende de la seguridad y se haya infiltrado un chorizo en la jet marbellí? Al menos fue lo que pensaron los asistentes, benéficos todos, a la gala de la protectora de animales Triple A. No era para menos: uno de los objetos subastados -un cuadro de Hohenlohe que adquirió su hermana mayor por 220.000- desapareció entre los canapés de salmón. Pero fue sólo un momento. El orden cósmico triunfó y la obra de arte surgió, como quien no quiere la cosa, en el jardín. Los invitados -15.000 por cubierto- pudieron volver a creer en la palabra del primer edil. Los comensales invirtieron sus dineros para hacer dos cosas de una sola vez: la digestión y el bien. Además del cuadro -que quizás se revalorice por tan extraño suceso- hubo otros objetos en la puja: un broche y unos pendientes de la princesa Soraya, un mantón de Lola Flores y una camisa de esmoquin de Sean Connery. No se sorteó, como auguraban los menos sensibles con la causa animal, el perro que abandonó, decían, el actor en su chalé marbellí. En cualquier caso y de haber sido así, el comprador además de apoquinar un pastón se habría visto sometido al estricto seguimiento que hace la asociación cuando da en adopción a uno de sus vástagos. Es raro, pero el caco de guante blanco no apareció en la presentación de la nueva colección de Cartier. Simoneta Gómez-Acebo, ajena al peligro que corre en Marbella con tanto oro encima, lo explicaba estupendamente y para mentes con bastante imaginación: "Son piezas para gente muy parisina, muy de hoy, porque están inspiradas en sus calles, en su pavimento y en la torre Eiffel". Cristina Sánchez, vestida de luces pero no de matador, también acudió para inaugurar la nueva tienda. Los baroneses Lewe, que un día más tarde se iban a rascar el bolsillo de forma generosa para quedarse con la prenda de la Lola de España, hacían una aparición estelar. A ella no le convencían las joyas: las lleva "demasiada" gente, por lo que carece de originalidad. La decoración del nuevo local es cuanto menos curiosa: maniquíes en cajas de metacrilato con cabezas que, al girar, producen un efecto extraño aunque similar a esa realidad: narices retocadas a base de bisturí. Pero a este acto social, no apto para menores, no habían sido invitados los perros, así que pueden estar tranquilos los de la Triple A. ANA LÓPEZ ESCUDERO

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