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Los expertos discuten sobre si la ficha que protegía 'La Pagoda' fue sustituida por error por la de una fábrica

No hay acuerdo. Los expertos que informan de los planes urbanísticos y los administradores que los aplican difieren sustancialmente a la hora de interpretar qué es lo que realmente sucedió con el edificio de La Pagoda, obra del arquitecto Miguel Fisac. Así, el catedrático Carlos Sambricio situaba el presumible origen del desaguisado en la confusión, por contigüidad, entre la ficha de catalogación de La Pagoda y el edificio de la empresa Martini, mientras que Ángel Sanz, de la Oficina del Plan, lo niega. El resultado fue que el primer edificio fue descatalogado y ahora demolido, y el segundo, protegido.

Carlos Sambricio, catedrático de Historia de la Arquitectura y del Urbanismo en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid, en carta dirigida a este periódico, introdujo en la polémica sobre La Pagoda, de Miguel Fisac, una reflexión inquietante. Sambricio formó parte en 1993 y 1994 de la Comisión Asesora que, bajo la dirección de la Oficina Municipal del Plan, estudió el catálogo de edificios a proteger elaborado, entre otros, por Julio Cano Lasso y Javier Carvajal.El catálogo incluía los edificios a proteger dentro del casco urbano y en la periferia de Madrid, de arte histórico y contemporáneo. La Pagoda, construida en 1968, se encuentra en la periferia.

El catedrático Carlos Sambricio explicaba lo sucedido, es decir, el proceso que llevó hasta la demolición del edificio mediante una confusión de fichas que se encontraban dispuestas y numeradas de manera contigua en la relación de edificios.

Así, Sambricio señalaba que la ficha de la selección catalogada por el arquitecto Julio Cano Lasso, que correspondía al edificio de los laboratorios Jorba, de Miguel Fisac, fue numerada con el guarismo 85. En ella constaba la propuesta de protección integral establecida por Cano Lasso, que incorporaba los datos de situación, características de construcción y otros registros de La Pagoda.

Carlos Sambricio destacaba igualmente que, con el número 84 de aquella misma catalogación de Cano Lasso, figuraba la ficha del edificio perteneciente a la empresa Martini&Rossi (enclavado entonces en la avenida de Aragón, 328) adyacente y paralela a la autopista de Barajas, situado, por ello, no lejos de la torre de Fisac.

Las fichas bailaron, según explicaba Sambricio. La anotación de un edificio que él considera valioso, La Pagoda, fue confundida, por su contigüidad, con la de otro, el de la empresa Martini, que no poseía a su juicio el mismo valor arquitectónico. Tal explicación hallaba fundamentación en dos hechos objetivos: el primero, que la Comisión Asesora vio entre 25.000 y 30.000 fichas como aquéllas; el segundo, consistente en que las reuniones de la Comisión Asesora que entendía sobre la catalogación y protección de edificios se desarrollaron, a lo largo de cuatro años, sin actas registrales.

Sin embargo, Ángel Sanz D´Asteck, uno de los representantes del Ayuntamiento en la Comisión asesora, que seleccionó el catálogo definitivo de Arquitectura Contemporánea protegida, replicó al respecto: "Carlos Sambricio ha tomado unas notas equivocadas. La comisión, por unanimidad, decidió proteger la fábrica Martini&Rossi y no hizo lo mismo con La Pagoda", de Fisac. "No hubo ningún error. Ni se cambió ninguna ficha por otra. La fábrica Martini&Rossi es un edificio bastante más singular, más importante y mejor que La Pagoda. La fábrica de la firma italiana está en la Guía de Arquitectura del Colegio de Arquitectos, y La Pagoda, no. Además, era el único edificio del arquitecto Ferrater Ramoneda que existía en Madrid, mientras que Miguel Fisac tenía muchos y nosotros mismos habíamos protegido 12".

Ángel Sanz reconoce que no hay ningún archivo donde consultar para conocer cuál de las dos memorias falla y cuál de las dos explicaciones es la verdadera. Es imposible saber si Sambricio, que mantiene que La Pagoda fue protegida por la Comisión asesora, pero desapareció del listado definitivo por algún error involuntario; o Sanz, que asegura que no hubo cambio de fichas y La Pagoda nunca se protegió, lo que al final permitió a sus propietarios derribarla con licencia municipal.

El edificio de Martini&Rossi no figuraba en la correspondencia sobre edificios protegidos enviada el 5 de octubre de 1993 por Julio Cano Lasso a José Miguel Rueda, adscrito entonces a la Oficina Municipal del Plan, integrada en la Comisión Asesora. El representante del Colegio de Arquitectos de Madrid en la comisión asesora, Rafael Lleonart, tampoco sabe bien qué sucedió. "Me acuerdo que se habló de los edificios de Fisac y, entre ellos, de La Pagoda. Pero no recuerdo la decisión final. Trabajamos durante más de tres años", afirma Lleonart. Y revela la "despreocupación ingenua" de algunos miembros de dicha comisión. "Cuando participamos en la redacción del catálogo había una cierta tendencia a proteger los edificios más antiguos", cuenta Lleonart. "Muchos pensaban que un edificio moderno se protege por sí mismo, por el simple hecho de estar todavía en uso". Lleonart explica, además, que proteger integralmente un edificio puede ser incluso contraproducente. "Es como cortar las alas de su funcionamiento, porque hasta para mover un lavabo hace falta pedir el permiso a la Santa Sede".

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