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Muere en Granada el poeta Javier Egea, a los 47 años

Una amplia representación del mundo cultural granadino despidió ayer al poeta Javier Egea (Granada, 1952), que falleció la tarde del pasado jueves en su domicilio tras pasar por una aguda depresión en los últimos meses. Egea, autor de obras como Paseo de los tristes o Raro de luna, está considerado, junto a Luis García Montero y Álvaro Salvador, como uno de los exponentes de la corriente conocida como la poesía de la experiencia o nueva sentimentalidad.En el sepelio, que se celebró por la mañana, estuvieron presentes Luis García Montero, Álvaro Salvador, Juan Vida, Andrés Soria, Laura García-Lorca, Luis Muñoz y José Carlos Rosales, entre otros.

Egea, que fue descrito como "arcangélico y vitalista" por Álvaro Salvador, sufría un fuerte proceso depresivo que le llevó a quitarse la vida. Antes de morir dejó algunas cartas para sus familiares e instrucciones de lo que debe hacerse con todo el material que compone su obra.

Quisquete, como era conocido Javier Egea entre sus amigos, irrumpió de lleno en la poesía a finales de los años setenta y comienzos de los ochenta con un estilo en el que se apostaba por la cotidianidad y la urbe como elementos poéticos. Los semáforos, el asfalto, los teléfonos o las habitaciones de hotel eran material de versos en lo que vino a conocerse, primero en Granada, luego en el resto del país, como la nueva sentimentalidad.

La plaza de los duelos

Su libro Paseo de los tristes le valió en 1982 el Premio Juan Ramón Jiménez. El título, altamente poético y llamativo para quienes no conocen Granada, es el nombre popular de una plaza situada en la falda de la Alhambra en la que antiguamente se despedían los duelos. En ese mismo año, Luis García Montero obtuvo el Premio Adonais por El jardín extranjero, lo que confirmó el buen momento de la poesía de la experiencia.Poco tiempo después, la aparición de Raro de luna hizo que Egea fuese considerado como una de las referencias de una nueva generación que admiraba a Lorca, Alberti, Carlos Barral, José Hierro y Gil de Biedma. A esa obra siguió Troppo mare.

El éxito de su obra corrió paralelo a diferentes procesos depresivos que le llevaban a menudo a aislarse por completo y a sus amigos a temer lo peor, como ha terminado sucediendo. Gran parte de su obra estaba siendo revisada ahora para su reedición, en la que el propio poeta estaba participando antes de morir.

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