EH exigirá en septiembre de nuevo entrar en los gobiernos de Vizcaya y Guipúzcoa

VIENE DE LA PÁGINA 1 Mientras tanto, en las filas de PNV y Eusko Alkartasuna las opiniones están muy divididas sobre la conveniencia de compartir la gestión pública de las diputaciones con Euskal Herritarrok, una fuerza política con la que los nacionalistas moderados siguen mantiendo diferencias programáticas evidentes -el Concierto, la fiscalidad y el empleo, sobre todo-. A ello se suma un miedo evidente a la competencia electoral que EH representa para sus intereses, vistos los resultados de las dos últimas consultas, en las que ha sido la única fuerza nacionalista que ha sumado votos, frente al retroceso experimentado por los otros dos partidos. Las diferencias de criterio sobre la alianza foral con EH que existen en el PNV ni siquiera han sido ocultadas por sus dirigentes. Estos se han expresado públicamente con la misma diversidad con la que el debate se encuentra en la ejecutiva nacional y en las dos regionales afectadas, algo no del todo usual. Y no es precisamente una casualidad que entre los más reacios a la integración de EH en los ejecutivos forales estén precisamente los responsables de su gestión, como ha evidenciado en todo momento el recién reelecto diputado general de Guipúzcoa, Román Sudupe. La opinión de Arzalluz Frente a esta línea contraria a la presencia de EH, otras voces que se han dejado oír no niegan esa posibilidad y la más significativa de entre ellas ha sido la del propio presidente peneuvista, Xabier Arzalluz. Su opinión emitida la pasada semana, coincidiendo con la abstención de EH en la elección de los diputados generales, deja abierta la puerta a esta colaboración hoy imposible. Con sus palabras Arzalluz viene a confirmar que ambos gobiernos forales tienen un carácter provisional mientras no se defina la fórmula de colaboración con EH. El portavoz peneuvista, Joseba Egibar, reforzaba también esta idea al declarar, hace unos días, que el gobierno PNV-EA responde a un "esquema de arranque" antes de añadir que su partido no se cierra a la posibilidad de que la izquierda abertzale se sume a las tareas ejecutivas, siempre y cuando en la negociación programática se produzcan avances significativos que hasta ahora no se han dado. Existe otro motivo de peso que los partidarios de poner coto a EH en los gobiernos forales esgrimen en favor de su tesis: los resultados electorales aconsejan frenar el impulso que había adquirido la dinámica política del Acuerdo de Lizarra, que ha rentabilizado casi como iniciativa propia la izquierda abertzale. Por el momento, el debate que sobre las consecuencias de la colaboración con EH se está produciendo en el PNV y EA no sólo ha frenado, por ahora, el acceso de esta formación a las diputaciones, sino que ha aconsejado posponer al otoño los trabajos de la Asamblea de Municipios Vascos. En el fondo, está en juego el ritmo de aplicación y desarrollo del Acuerdo de Lizarra