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Entrevista:Maria Antònia Munar | Presidenta de Unió Mallorquina

"El PP ha gobernado Baleares de forma despótica y prepotente"

"No... Aquello hace ya mucho tiempo que pasó", responde Maria Antònia Munar (Barcelona, 1955), la presidenta de Unió Mallorquina (UM), cuando se le pregunta si el día de la investidura del socialista Francesc Antich como nuevo presidente de Baleares recordó aquél en el que ella fue expulsada por el PP del Gobierno de las islas y si experimentó el placer de ver pasar el cadáver de su enemigo. A continuación, explica: "No soy rencorosa. Lo que me planteo es que UM tiene un gran futuro. Estoy feliz porque mucha gente, mucha más de la mitad más uno, han visto triunfar el cambio. Lo importante es haber acabado con 16 años de poder del PP, con su entramado, con una telaraña que sólo funcionaba para ganar elecciones".Pregunta. Los populares dicen que en el multipacto ha pesado mucho su deseo de venganza.

Respuesta. En absoluto. Lo cierto es que el PP ha perdido en Formentera, en Ibiza por primera vez,en Menorca y en Mallorca. Y eso, con una magnífica situación económica y a pesar del plus de gobernar en Baleares y en el Estado. La derecha ha obtenido 28 diputados y la izquierda otros 28 pese a haber ido cada grupo por separado, lo cual significa que ha tenido más votos. Que no equivoque el PP. Es el resultado de las urnas, una clarísima voluntad de cambio. Lo que no se puede pretender es que UM utilice sus votos en contra de la voluntad de cada isla que ha votado por un pacto de progreso. Además, el PP ha gobernado de forma despótica y prepotente. Ha habido tanta corrupción y se han producido tantos escándalos que el cansancio era insoportable en la sociedad.

P. Usted no ha aclarado aquella turbulenta historia que hace pensar en un ajuste de cuentas.

R. UM entró en 1987 en el Gobierno del PP y yo me hice cargo de la consejería de Cultura. Pero hubo un intento del PP de acabar con UM porque le éramos incómodos e intentábamos centrarlo y que tuviera unas opciones cada vez más nacionalistas. En 1991 ejerció una Opa hostil que hizo a Jerónimo Albertí dejar nuestra presidencia. Gabriel Cañellas aprovechó para intentar hacerse con los cargos del partido y destituirme a mí, que, para entonces, ya era su presidenta. Creyeron que me podían manejar y Cañellas no soportó que me opusiera a alguno de sus disparatados proyectos.

P. ¿Fue su cese un error de cálculo de Cañellas y del PP?

R. Supongo que Cañellas creyó que me echaría a llorar o me iría de viaje. Pero yo pensé que tenía que hablar con mi gente, explicarle lo que había pasado y mi proyecto, que coincidía con el de los afiliados. Trabajé muy duro. Conseguí que UM creciera. Dos meses antes de las elecciones de 1995 se cambió oportunamente la ley, de manera que en vez del 3% de los votos era necesario un 5% para ser diputado. Una nueva maniobra para rematar a UM. Pero logramos dos. Fue entonces cuando la izquierda me ofreció la presidencia del Consell de Mallorca. Y hemos gobernado con ella con dificultades, sí, pero con muchísimas menos de las que ha tenido el PP con su mayoría absoluta en el Ejecutivo balear.

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P. ¿Por qué han mareado la perdiz con el PP? Si no se fían de él...

R. Nunca hay que descartar nada. Podíamos pactar con unos u otros porque UM es de centro, nacionalista y liberal. Simpatías aparte, se ha de ser frío para decidir lo que más le conviene al partido y el país. Finalmente, hemos resuelto en función de muchísimas cosas, entre ellas lo que querían los cabezas de lista y los votantes de UM, para mí los más importantes. El PP nos daba mucho más, pero uno puede ser muy espléndido si no piensa pagar. Era lo de "cuán largo me lo fiáis". Además, está jugando sucio, al menos aquí. Juegan sucio entre ellos y, claro, uno piensa que, si se hacen las faenas que se hacen, qué no van a hacer con los contrarios. La responsabilidad del PP nacional es su desconocimiento de lo que pasa en Baleares. P. Usted dice que tiene todo un memorial de agravios.

R. Se resumen en uno: querían acabar con UM. Nos movemos en el mismo espacio y podíamos quitarles votos. Han querido vencernos, no convencernos.

P. ¿Por qué no le resultaron creíbles las promesas del partido que gobierna el Estado?

R. Porque un partido que aquí llevaba en el poder tantos años y ha desaprovechado tantas oportunidades de conseguir la nacionalidad histórica para Baleares o el régimen fiscal especial no lo va a conseguir ahora para que nosotros nos apuntemos el tanto. Y, sobre todo, porque todo lo que han prometido, entre ello grandes inversiones, son cosas a años vista, que no están en los presupuestos de 1999. Hay unas elecciones generales a la vuelta de la esquina y, por tanto, toda promesa económica pasaba al año 2000. ¿Quién nos asegura que vayan a estar ellos gobernando? Nada resultaba creíble, nada.

P. Usted ha afirmado que el PP les ofreció el oro y el moro, unos 100.000 millones. Pero su secretario general, Javier Arenas, lo niega.

R. O no se entera o no se quiere enterar de lo que pasa en su partido balear. A mí se me precisó que sus ofertas no debería hacerlas públicas antes de que se firmaran y que estaban dispuestos a que Arenas viniera y él mismo las firmase. Pero, a la vista de cómo iban las cosas y de que nuestra inclinación era decir que no, les advertí que era mejor que no viniese. Hacerle venir para decirle que no habría sido una humillación innecesaria. Decir ahora que miento es una afirmación temeraria de Arenas.

P. ¿Qué responsable del PP le hizo esas ofertas?

R. Jaime [Jaume] Matas, el presidente del Gobierno balear [hasta ahora].

P. ¿Le aseguró que tenía el beneplácito de Arenas?

R. ¡Pues claro! Después analizamos sus propuestas, mucho mejores que las de la izquierda. Nuestro Consejo Político incluso hizo una observación irónica: "Tenemos que rechazarlas porque son tantos cargos los que nos prometen que no tendremos gente suficiente para desempeñarlos". Y, cuando vimos, con asombro, que la oferta secreta del PP se publicaba en medios de comunicación afines, nos dimos cuenta de que era un intento a la desesperada de influir en el Consejo. En Aragón han hecho lo mismo. En cualquier caso, nos ofrecieron 100.000 millones en inversiones y muchísimas cosas. Como no hubo acuerdo, ahora lo niegan. Además, muchas comunidades les pedirían explicaciones sobre cómo se puede hacer un uso tan partidista del dinero de todo el mundo.

P. ¿Cuáles son las diferencias abismales que separan a dos partidos ubicados en la derecha?

R. El PP, aquí, está gastado tras 16 años en el poder y ha llevado en sus candidaturas a salpicados en el caso del túnel de Soller. Su proyecto es obsoleto. Nosotros entendemos que nuestra riqueza más grande es el territorio y que hay que preservarlo. Ellos han ejercido una política territorial devastadora: cada día, más cemento. Queremos controlar el turismo, no crecer a costa de lo que sea. UM coincide en muchas cosas con el proyecto de la izquierda. Por lo demás, el PP, aquí, no es el centro, sino la derecha pura y dura. Basta ver quiénes son sus dirigentes y alcaldes.

P. Si el PP vuelve a ganar las elecciones generales, a lo peor deben tirarse de los pelos.

R. Bueno, la oferta era muy tentadora: un Consell con plenas competencias, unos presupuestos más que duplicados, el reconocimiento de la deuda histórica, competencias absolutas en cultura, urbanismo, deportes, bienestar social, carreteras..., así como representación y cargos directivos en un sinfín de empresas. Y, por supuesto, el reconocimiento de un estatuto de nacionalidad histórica.

P. ¿Al mismo nivel que el del País Vasco o Cataluña?

R. Sí. Nos aseguraron que obtendríamos, como dichas nacionalidades, una compensación a cuenta del reconocimiento de la deuda histórica... Todo nos pareció tan desproporcionado que sonaba a una compra política. El PP estaba dispuesto a mantenerse en el poder a cualquier precio. P. Al final, con sólo tres votos en la Cámara, UM lo ha enviado a la oposición a pesar de ser el más votado. ¿Va a entenderlo la gente?

R. Si no se ha entendido, se va a entender. El ser la lista más votada no significa tener más votos que todos los demás juntos. Hay muchos más por el pacto de progreso.

P. ¿Va a ser capaz un conglomerado de grupos de generar confianza en sectores básicos?

R. El modelo que impulsamos no es en contra de nadie, sino para racionalizar las cosas. Aquellos empresarios con los que he hablado están de acuerdo en la necesidad de frenar la especulación, el crecimiento sin control.

P. ¿No va a acabar este Gobierno de progreso como el rosario de la aurora?

R. Todos somos conscientes de que esperan cuatro años de pactos y debates constantes. Eso nos va a obligar a la transparencia y al sentido común. Además, ya hemos llevado a la práctica esa experiencia en el Consell de Mallorca, que yo presido. ¿Y por qué vamos a tener más dificultades que el PP, que, con su mayoría absoluta, tuvo que cambiar tres veces el presidente?

P. Con el PP o sin él, UM reivindica la nacionalidad histórica. ¿Es posible tensionar aún más el mapa autonómico?

R. Nos merecemos tanto como los vascos y los catalanes porque nuestra realidad es tan específica como la de ellos. Si le añadimos el agravio comparativo respecto a Canarias y nuestra aportación económica al Estado, es fácil comprender que no renunciemos a nuestra reivindicación. El mapa tiene que cambiar y cambiará.

P. El PSOE no tiende a jugar con esas cosas.

R. Los socialistas de aquí nos entienden, pero saben que forman parte de un partido del Estado y que tendrán dificultades. Su ventaja es que no están en el Gobierno de Madrid y, por tanto, pueden prometer sin tener que cumplir.

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