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El trabajo que da el Palacio de Cristal

El día 22 de julio de 1999, Grand Hotel Crystal Palace S.A. ocupó una página entera de este diario con un comunicado cuyo tema rezaba: "Solar de los Jesuitas". No entraré a valorar el panegírico urbanístico y ecologista de esta "empresa familiar" -así se autocalifica, no sé si concluyendo algo positivo en el hecho de ser familiar-, porque el calor estival ayuda al cansancio que produce estar repitiendo argumentos en esa lucha por lo que es evidente, característica, entre otras, de este milenio. Pero sí aportar algunos comentarios al párrafo más breve y lacónico del comunicado, que dice: "¿Cuántos puesto (sic) de trabajo ha creado "Salvem el Botànic"?". En primer lugar, no es de extrañar que al escribir "puestos de trabajo", se escurra el singular "puesto". Todo empresario, y más el familiar, utiliza tal lupa en la sublime decisión de contratar que sólo puede ver puesto a puesto cada uno de sus contratos. Baste repasar el crecimiento de los beneficios y su correspondiente crecimiento (¿?) en la contratación laboral, para concluir que Estado, empresarios y sindicatos han errado -preferimos pensar así- en sus análisis sobre crecimientos: el raquitismo continúa estando en el mismo lado. Pero lo interesante es comprobar cómo el trabajo -único capital de la mayoría- va adquiriendo un carácter de arma arrojadiza, de factor de secuestro, de chantaje de todo tipo, de amenaza terrorista -recuerden: "Si no se callan, me voy a fabricar a otro lado"- en un modelo social dirigido y controlado por quienes ostentan la falacia de su creación y gozan de la complicidad de quienes, en primer lugar, debieran acotarlo. Cualquier parado puede testimoniar acerca de ello. Sólo con recibir una de las cartas de cualquier INEM "invitándole" a seguir tediosos cursos cuya utilidad, salvo las ayudas administrativas a los mismos y la creación de academias al uso, no está nada clara o lo está en exceso, es suficiente para comprobar el tono amenazador de las mismas bajo un clima consensuado en que, cuanto menos, se criminaliza el hecho de estar parado. ¿Cuántos puesto... de trabajo creó la central nuclear de Txernobil? Lo ignoro. Pero en esa lógica, la inversión fue excelente: mató muchos más puestos de parados. ¿Cuántos puesto... de trabajo crea la construcción de cárceles? Lo ignoro. Parece ser que no los suficientes para encerrar al resto: no caben. ¿Pero, qué encierra la pregunta de Crystal? Que quien no crea puestos de trabajo no puede ni hablar. ¿Crea trabajo Salvem el Botànic -¿y desde cuando esta Coordinadora pretendió hacerlo?-? ¿No?, pues que se calle. Llevado a sus últimas consecuencias, no hay una sola empresa que no viva sin la dinámica crear/destruir puestos de trabajo. Sus constantes demandas de abaratamiento en la destrucción laboral son la primera prueba de su afán productivo: aún no han parado de pedir más y más. Pero no por ello les hacemos callar cada vez que destruyen un puesto (puestos, aquí sí: el plural) pasando el coste a la sociedad -aquí sí, la intervención administrativa vale: que todos paguen el subsidio de paro-. ¿Cuántos puesto... de trabajo creó "El llit del Túria el volem verd"? Tampoco pretendía ser una agencia de contratación, ni siquiera de contratación temporal -ésa es otra, querido Engels-, pero dio trabajo a arquitectos de prestigio (otro afán de Crystal), a jardineros, a policías y ladrones, a drogadictos y rehabilitadores, a viveros, a azulejeros, a empresas de todo tipo de construcción, a fabricantes de bicicletas, a constructores de globos aerostáticos, de porterías de fútbol, de campos de béisbol, de pistas de atletismo, de riego por aspersión, de carpas para ONG, a cocineros de paellas gigantes, a empresarios hoteleros que encontraron un paisaje más adecuado a sus proyectos y un larguísimo etcétera que se puede comprobar día a día. Dio más (ya lo sé, imposible de valorar en términos mercantiles): dignidad y pérdida de impotencia, o sea, beneficios para la ciudad. ¿Qué hubiera hecho quien entonces esgrimía el factor trabajo, look años 70?: Una autopista. Y, ¿cuántos puestos de trabajo?, no sé...quizá algunos médicos en urgencias o en respiratorios, algun taller más, algún puesto de recogedor de perros y gatos muertos, no sé...de hecho, siempre hay soluciones para todo: la autopista, hoy, es doble y se extiende a un lado y al otro del antiguo cauce, comprueben la velocidad de circulación a que obliga la cadencia de los semáforos controlados desde el Ayuntamiento. Es imposible cogerlos en verde a menos de 80 Km/hora, no me extraña que el parque automovilístico valenciano crezca en veloces coches de lujo. Hay soluciones para todo y Crystal, precisamente, no puede quejarse, ni siquiera de la alcaldesa. Seguro que no pierde dinero -objetivo legítimo de un empresario, además de la loable creación de empleo- inmerso como está en un plan de expansión (sic) para poder crear otro puesto de trabajo. Es posible que no gane tantísimo, pero ése es el riesgo de vivir entre humanos: a veces éstos dicen basta. Uno, lo comprendo, tendría ganas de matarlos, pero... ¿Cómo llenaría entonces su hotel?

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