El creador de la Tercera Vía defiende la renovación de los valores de izquierda

Se trata de saber cómo aplicar los valores que dan identidad a la izquierda -la libertad y la solidaridad- a una realidad distinta que emerge de la revolución tecnológica. Éste es el objetivo de la Tercera Vía, que fue analizada ayer por el expresidente del Gobierno español Felipe González y el director de la London School of Economics, Anthony Giddens, en un debate en el que defendió una renovación profunda de la socialdemocracia.

Los países acometen políticas demasiado centradas en sí mismos para afrontar una sociedad cada vez más internacionalizada, coincidieron los dos expertos durante el debate de clausura del curso sobre la Tercera Vía, desarrollado esta semana en la sede de la Universidad Complutense de San Lorenzo de El Escorial. "Hacemos política en clave local [en la del Estado-Nación] y los problemas son mundiales. Este ámbito es demasiado pequeño", manifestó González.La Tercera Vía, en palabras de su creador, Anthony Giddens, "no supone menos Gobierno", según insistió al defenderse de las múltiples críticas que califican su teoría como neoliberalismo disfrazado. La propuesta del sociólogo británico persigue quitar poder al Estado-Nación para dirigirlo a las entidades locales y a los entes supranacionales como la Unión Europea (UE), y éstos últimos irán configurando una comunidad "cosmopolita global".

Giddens explicó que este incremento de autonomía local "produce un fundamentalismo identitario", y que la proliferación de nuevas regiones económicas y culturales altera el concepto de soberanía nacional. Como ejemplo, el intelectual citó el caso de Irlanda del Norte. En su opinión, la paz "era imposible antes de la era global: entonces había que elegir entre Irlanda o Reino Unido, y ahora, con la UE, hay ciudadanía múltiple".

En opinión de González, la Tercera Vía "es una respuesta no resignada ante los nuevos desafíos, frente a otras respuestas conservadoras". "Hay que combatir el conservadurismo ideológico de la izquierda", según dijo González, y añadió: "Es peligroso intentar mantener respuestas a lo que hoy es que sirvieron para lo que ayer fue". González, además, se opuso a la regulación de la libre movilidad del capital financiero, uno de los principales factores de la mundialización. Giddens, por su parte, negó la conveniencia de controlar el Banco Central Europeo.