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Las aguas del Atlántico acogen las cenizas de John Kennedy, su esposa y su cuñada

El mar es ya su tumba. Las cenizas de John Kennedy; su esposa, Carolyn Bessette, y su cuñada Lauren fueron entregadas ayer al océano, frente a la isla de Martha"s Vineyard, cerca del lugar en el que perdieron la vida el pasado viernes cuando su avioneta se precipitó contra el agua por causas desconocidas. La familia Kennedy y la familia Bessette despidieron a los suyos desde el destructor Briscoe, de la Marina de EEUU. Las cámaras fotográficas y de televisión fueron mantenidas a raya y sólo pudieron seguir la ceremonia a distancia. Hoy y mañana se celebrarán funerales privados en Nueva York y en Connecticutt.

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Una familia ligada por tradición al mar

Tres banderas estadounidenses. Tres coronas de flores rojas, amarillas y blancas. Tres urnas con las cenizas. La ceremonia de despedida de John Kennedy y de las dos mujeres que le acompañaban en el fatídico vuelo de hace una semana fue solemne y sencilla. Al mediodía de ayer, cuando todavía no habían transcurrido 24 horas desde que se recuperaran los cadáveres, los restos de los tres, en forma de cenizas, fueron arrojados al mar.La ceremonia no pudo ser más privada estaba prohibido sobrevolar el destructor Briscoe en un espacio aéreo de ocho kilómetros. La caja imaginaria de protección de la intimidad se completaba con la orden de que no hubiera embarcaciones a una distancia del buque inferior a 1.820 metros. Las imágenes de larga distancia sólo permitieron comprobar que el buque permaneció inmóvil durante media hora antes de poner rumbo a la costa de Cape Cod, frente a Hyannisport, cuartel general de las residencias de la familia Kennedy. La familia, de luto y rodeada por marineros con uniformes blancos, se reunió en la popa del Briscoe, en donde había una bandera a media asta. Aparentemente, dos personas hablaron en el curso de la ceremonia.

El Briscoe, al que los familiares habían llegado a bordo del Sanibel, una embarcación del Servicio de Guardacostas, se encontraba en el extremo occidental de la isla, frente a Gay Head, a unos seis kilómetros de la costa. El secretario de Defensa, William Cohen, autorizó el martes la solicitud del senador Ted Kennedy para despedir los restos de los tres fallecidos a bordo de un buque de la Marina, una ceremonia religiosa, no militar, oficiada por un sacerdote católico y dos capellanes de la Marina. El permiso fue concedido porque estas ceremonias están previstas para familiares de veteranos de la Marina con méritos. El presidente Kennedy fue oficial de este cuerpo del ejército y resultó herido en la II Guerra Mundial. A bordo del Briscoe estaba la mujer que menos ha aparecido en escena en la última semana: Caroline Kennedy Schlossberg, la hermana de John, única superviviente de la familia presidencial, que no salió hasta ayer de su casa de Long Island. Junto a ella estaban ayer su tío y líder del clan, el senador Ted Kennedy, forjado en la adversidad personal y familiar; sus primos, María Shriver y William Kennedy Smith, y hasta una quincena de parientes y amigos, todos con ropas oscuras y gafas de sol. También estaban a bordo los padres de las Bessette y algunos familiares.

Hasta ayer por la mañana no se despejó la incógnita de si las tres víctimas del accidente iban a ser enterradas juntas. Según amigos de los Kennedy, se eligió esparcir las cenizas para honrar la voluntad de John -que prefería la cremación al entierro-, para realzar el viejo vínculo de la familia con el mar y, no menos importante, para evitar espectáculos masivos con cámaras, helicópteros, caravanas de automóviles... Precisamente, con el objetivo de evitar posibles maniobras de venta de imágenes a los tabloides y medios sensacionalistas, las familias pidieron que no se tomaran las fotografías de rigor durante las autopsias hechas en la tarde del miércoles en la base de Woods Hole. Los cuerpos fueron sacados del agua a las 4.30 de la tarde (10.30 de la noche hora peninsular española) del miércoles. Después de llegar a tierra a bordo de una embarcación de los guardacostas, los restos fueron trasladados a bordo de dos furgones blancos hasta el depósito de Woods Hole para que se procediera a la autopsia. Richard Evans, responsable de los servicios forenses, concluyó que "los tres pasajeros murieron en el momento del impacto como consecuencia del choque de la avioneta".

Los restos del accidente estaban a 35 metros de profundidad, esparcidos en un radio de 45 metros, a unos 11 kilómetros de la costa suroccidental de la isla de Martha"s Vineyard. Los cuerpos estaban "debajo y cerca" del fuselaje de la avioneta, con los cinturones de seguridad puestos, según el contralmirante Richard Larrabee, coordinador de la búsqueda, que dijo que el panorama encontrado por los buceadores, que tenían una visibilidad de 1,5 a 2,5 metros, era "lo que cualquiera puede imaginarse después de un impacto contra el agua como el que sufrió la avioneta". Larrabee añadió que la temperatura del agua, 11 grados centígrados, ayudó a que los cuerpos se conservaran bien.

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