_
_
_
_
BROTES DE RACISMO

Los vecinos de Ca n"Anglada señalan a un grupo de jóvenes magrebíes como origen de la tensión

Los habitantes de la zona piden la expulsión de los inmigrantes más conflictivos

Los vecinos de Ca n"Anglada, en Terrassa, quieren que expulsen de su barrio a una cuarentena de magrebíes a los que responsabilizan de haber creado el clima que dio pie a los incidentes con la comunidad musulmana. La mayoría de los 11.658 vecinos se sienten molestos con las acusaciones de racismo que se les hacen. Aunque las agresiones de los cabezas rapadas, los apedreamientos de comercios y algunas airadas declaraciones en medios de comunicación, no dejen duda de que éste es el peor episodio xenófobo en Cataluña, donde viven 50.000 magrebíes, de los que 1.500 habitan en Ca n"Anglada.

Más información
Un gran fracaso social
El barrio de Cipriano García
Los marroquíes siguen encerrados en sus casas por temor a las agresiones

"Yo tengo un libro de familia como el tuyo y tengo derechos", afirma un magrebí. "¡Como el mío, no! Tú eres un ciudadano de segunda mano", le replica un vecino. "¡No se dice de segunda mano!, yo también tengo derechos aquí", advierte el magrebí. Ese tipo de discusiones, más que los recientes "disturbios" [como se les llama aquí] son los que determinan las actitudes racistas. Muchos vecinos sienten vergüenza ante lo sucedido. "Todo lo que pasa aquí se ve en España entera, en el mundo. Es penoso", afirma un militante de Esquerra Unida i Alternativa, (EUiA) bajo un retrato de Simón Sánchez Montero, en la sede del partido en el barrio.En Ca n"Anglada los vecinos critican que los establecimientos comerciales de musulmanes no paguen impuestos. El párroco, Jesús Navarro, va más lejos: "Aquí se oyen comentarios vergonzosos cuando ven a un magrebí con un coche".

Los magrebíes se defienden y quieren dialogar. Addislam Tanyaqui, secretario de la Asociación Cultural Musulmana de Terrassa, cree que "se han magnificado los incidentes que han producido unos pocos incontrolados que han minado la convivencia", explica en catalán. "Yo llevo 32 años aquí", afirma, "y conozco a nuestra gente, son sencillos, están asustados. Nunca pensé que esto podía llegar. Es increíble". Tanyaqui deplora la violencia: "Tenemos que sentarnos a hablar con los vecinos y vigilar entre todos la convivencia. Si es necesario, esos incontrolados deben ir fuera".

Islamización

Aisha Bouleili es una joven marroquí que lleva nueve años en Cataluña y desde hace uno trabaja en el barrio de Ca n"Anglada, en la sección de Ayuda Mutua a los Emigrantes, una entidad que gestionan el Ayuntamiento de la ciudad y UGT. "Les orientamos sobre cómo buscar trabajo, les acompañamos al médico y les damos información porque no entienden bien el idioma". "Son trabajadores pacíficos y algunos llevan varios años en Terrassa y tienen hijos nacidos aquí. En los últimos días hay familias que no salen a la calle para evitar problemas. La gran mayoría son trabajadores que están ocupados en la construcción y las mujeres trabajan en el servicio doméstico". Hacen lo que nadie quiere hacer.En el barrio, "la reciente llegada de los que están en situación ilegal ha supuesto una islamización. Mujeres que ya vestían a la occidental han vuelto al shador, las babuchas y la chilaba", explica J. S., educador.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Paco Sánchez, alias Paco el Churrero, militante socialista, resume lo sucedido: "En plena fiesta mayor, después de los fuegos, por una chorrada, los jóvenes se enfrentaron a unos chavales y espontáneamente salieron a la calle los vecinos y se produjeron episodios lamentables. Nos sorprendió a todos. La gente de aquí es solidaria, combativa, que luchaban en esta misma plaza. Algo falla. Pero esto hay que pararlo porque no puede ser lo que ocurrió ayer, que un niño marroquí de 9 o 10 años entre en este establecimiento con miedo. Todos nosotros formamos parte de la misma clase social, marroquíes o españoles".

La plaza en la que afirman que antes los grupitos de magreníes molestaba a niños y chicas, está hoy repleta de jóvenes con el pelo al uno y abundan los pantalones de chándal con la bandera española y las camisetas verdes del Ejército español. En el barrio, los rótulos comerciales en árabe han desparecido y las pintadas "Moros, no" o "Skinheads Catalunya" aumentan. Carlos Romero, militante de EUiA, entiende así lo sucedido: "Desde hace unos seis meses, ves a jóvenes magrebíes tumbados en la plaza, dando signos de mal comportamiento. Son 40 o 50 tíos que se han ido envalentonando, en la calle, en la piscina, escupiendo a las mujeres, a las que en general menosprecian. Eso ha creado un caldo de cultivo".

"Cuando un chico recibió un corte en la oreja de un marroquí, la furia se apoderó de todos y se desbordaron las actitudes peligrosas. Persecuciones, apedreamientos, golpes e incluso un árabe herido grave a puñaladas. Actos en los que se ha detectado a cabezas rapadas, muchos de fuera del barrio. Esos grupos son jóvenes que salen a "cazar moros". No les considero vecinos".

Adelaida Principal, una señora mayor, con tres nietos, asegura haber vivido aterrorizada el apedreamiento de una carnicería musulmana que se encuentra en los bajos de su domicilio mientras gritaban "Moros putos". La vecina se abrazó a sus nietos aterrorizada ante semejante barbarie.

"No se puede concentrar en un solo barrio a 1.500 o más magrebíes y no trabajar en su integración", explica Joan Coscubiela, secretario general de CC OO de Cataluña. "Para Pujol esto no es un problema y no hemos conseguido nunca que se interese por la política de inmigración. Tiene datos de que es más fácil que hablen el catalán que muchos castellanohablantes y con eso le basta".

Pisos aluminosos

La iglesia de Sant Cristòfor, por su actitud comprometida durante el franquismo, tiene mucho peso. El párroco sustituto, Jesús Navarro, explica: "Todo este odio es irracional e incomprensible. Aquí están las casas más baratas de Terrassa. Está lleno de agencias inmobiliarias, a una incluso la llaman "la inmobiliaria de los moros" porque les facilita pisos aluminosos". El cura entiende que "es un buen sitio, discreto para un marroquí sin papeles. Su comunidad lleva mucho aquí, hay carnicerías islámicas y dos mezquitas. Esta gente vive indignamente. Diez, doce personas por piso". Según Navarro, este conflicto estaba latente y tiene difícil superación. "Ya nos trajeron gitanos de Barcelona cuando los Juegos Olímpicos, y ahora se ha concentrado una gran cantidad de magrebíes en un barrio del que la gente huye".En la plaza mayor, una de las pocas de Cataluña que tiene una peña del Real Madrid, la iglesia compite con las mezquitas y también tiene chamuscado el portalón de madera. "Los vecinos quieren que se vayan porque para esta gente, los "moros" molestan, porque se pasan el día en la calle trapicheando".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_