En territorio Jalabert, un español

"Eres grande, David", le dice un aficionado. Y David Etxebarria se pone de puntillas para hacer crecer su 1,64 y crece y crece. Su felicidad desborda. Ni el ramo de flores, casi más grande que él, puede taparla en el podio. Sigue en una nube. Flotando. La gorra hacia atrás, moda joven con la visera hacia arriba, como Perdiguero, como Mancebo, como los jóvenes in. No como los más recios, como el Chaba o Beltrán o Santi Blanco, que la llevan hacia atrás pero con la visera caída. "No es por pijo", explica Etxebarria. "Es que si no me molesta la visera, y por eso la doblo". Carcajadas y más saltos. Es la alegría del equipo. ¿Que qué le gusta aparte del ciclismo? "El deporte en general y las juergas, muchas juergas" ¿La felicidad? 700 metros. Oigan. "Sólo me vi vencedor de la etapa a falta de 500 metros. Ya supe entonces que sólo era cuestión de sufrir un poco para llegar". Sufrir y hacer sufrir. A Sebastián Pozo, el segundo director del ONCE, el hombre que le ha estado guiando e informando por la radio interna, el hombre que no aguantaba más viendo a Etxebarria recorrer los últimos metros girando la cabeza hacia atrás una y otra vez. Como Fermín Cacho en los últimos 100 metros de sus 1.500 victoriosos. "Y eso que he mejorado mucho. Creo que cuando mi primera victoria volví la cabeza nueve o 10 veces en 100 metros. Es una manía que tengo desde que era amateur. Todo el mundo me dice que me la quite, pero es imposible, no tiene curación".

Faltan 200 metros. "Después de sufrir, de ir a bloque, de aguantar las diferencias con los tres que venían tras de mí, crucé la meta. Y después de pasar la raya, hasta que me paré, viví los 200 metros más bonitos de mi vida. Fueron 200 metros indescriptibles. No los cambiaría por nada. Me va a costar mucho tiempo asimilarlo. Todavía estoy allí".

Territorio del macizo central francés. No lejos de Mende. Tierra de volcanes. Territorio de caza del ONCE. Territorio Jalabert. ¿No es acaso Etxebarria, salvando las distancias, el Jalabert español? ¿Quién iba a ser si no el primer español que ganara una etapa en línea tras la de Brighton de Paco Cabello en 1994? "Espero haber saldado una deuda del Tour con el ciclismo español, un ciclismo mucho más potente estos últimos cuatro años de lo que muestra el palmarés en el Tour. Pero hay que tener en cuenta que aquí los equipos venimos pensando en la general. Nosotros, por ejemplo, somos ocho sólo dedicados a Olano y sólo pendientes de sus posibilidades de podio. Y viniendo así hay que tener mucha suerte para ganar una etapa. Hay que meterse en el corte bueno y luego ganar". ¿Y dónde si no? Etxebarria pues. "Laurent me ha enseñado mucho. Siempre me ha dicho que tengo algo más de lo que yo creo. Corriendo fugado no he tenido tiempo de pensar en él, pero estoy seguro de que esta victoria le debe mucho a sus consejos".

Etxebarria, de 25 años, vizcaíno de Abadiño como Zarrabeitia, no es supersticioso. La de ayer, la victoria más importante de una carrera que cuenta, entre otras, con un Tour del Porvenir (1996), una etapa en la Vuelta a Suiza (1997), una en la París-Niza (1998) y la Bicicleta Vasca (1999), es también el número 13 de sus triunfos. Y el mejor dedicado. "Quiero dedicárselo a mis padres y a mi hermana. Es curioso. Es el triunfo número 13, y también es el primero que les dedico".