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La OUA trata de excluir a los Gobiernos surgidos de un golpe de Estado

Juan Carlos Sanz

Los líderes africanos, algunos de los cuales protagonizaron en el pasado golpes de Estado, parecen temer a la competencia. La 35ª cumbre de la Organización para la Unidad Africana (OUA), que ayer terminó sus sesiones en Argel, ha desempolvado un acuerdo adoptado en 1987 para excluir del máximo foro internacional del continente, en el que siguen vivos una docena de conflictos armados, a los jefes de Estado que hayan llegado al poder por la fuerza.

Eso es lo que anunció ayer un portavoz de la organización panafricana. Pero la declaración final de la cumbre se limitó a reiterar la condena al recurso a las armas y a consagrar la "perenne validez" de las fronteras que los países africanos heredaron de la colonización. El nuevo presidente de la OUA, el mandatario argelino Abdelaziz Buteflika, reconoció en la ceremonia de clausura que durante los tres días de debates se habían planteado cuestiones "difíciles", si bien defendió que "las divergencias suelen ser fructíferas". La llamada Declaración de Argel ha sido adoptada con la asistencia de 45 jefes de Estado y de Gobierno africanos, una cifra récord en la organización, que cuenta con 53 países miembros, desde su fundación en 1963, en el amanecer del movimiento de descolonización en África.

El punto final de la cumbre de Argel se retrasó más de dos horas, en un último intento de los líderes africanos por sellar la paz entre Etiopía y Eritrea, dos países marcados por la miseria que mantienen una guerra fronteriza desde hace más de un año. Pero la sesión se cerró con una vaga propuesta de negociaciones y el compromiso de Buteflika de mediar entre los contendientes.

El plan de paz para el Cuerno de África, que discutieron ayer en Argel el presidente de Eritrea, Isaías Afeworki, y el primer ministro de Etiopía, Meles Zenawi, prevé un alto el fuego, la desmilitarización de la zona fronteriza en litigio y la supervisión internacional del conflicto. La iniciativa parece llamada a tener tan escaso eco como el acuerdo firmado en Lusaka entre el presidente congoleño, Laurent Kabila, y los rebeldes apoyados por Ruanda y Uganda. Tal vez haya que esperar hasta la cumbre africana convocada del 2000.

El líder libio Muammar el Gaddafi se salió ayer con la suya al lograr que la OUA celebre una reunión extraordinaria en Trípolí en septiembre, coincidiendo con el 30º aniversario de su llegada al poder, precisamente mediante un golpe militar. Buteflika le apoyó sin reparos y condenó con dureza el embargo impuesto hasta este mismo año al régimen libio.

Como estaba previsto, el Frente Polisario recibió un amplio respaldo panafricano para la "rápida aplicación del plan de paz promovido por Naciones Unidas en el Sáhara Occidental", y que debe culminar con un reférendum de autodeterminación dentro de un año. Como anfitrión de la cumbre, Buteflika se cuidó de desairar al vecino Marruecos, ausente en la reunión de la OUA. "Me comprometo a aceptar el resultado del referéndum, sea el que sea", advirtió el presidente argelino antes de afirmar que el contencioso del antiguo Sáhara español no debe empañar las relaciones entre Argel y Rabat.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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