_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Objetividad

Rosa Montero

Me acaba de llegar la carta de un lector al que no le gusta lo que escribo. No es la primera vez que alguien me critica, como es natural; y tampoco es la primera vez que formulan el rechazo de ese modo. La cosa consiste en decir: "He sido siempre un seguidor de sus artículos, etcétera, etcétera; pero últimamente está perdiendo usted la objetividad". Y entonces explican que les parece fatal mi opinión sobre la guerra de Kosovo o lo que sea. Eso, opinar distinto al lector o lectora sobre algo, es lo que el susodicho considera arbitrario. Antes, mientras nuestras maneras de ver las cosas eran coincidentes, mis textos le parecían de una objetividad a prueba de bomba, por más que hubieran sido escritos en pleno despendole de entusiasmo o iracundia, como me temo que en ocasiones sucede. Pero todos creemos que nuestras opiniones no son opiniones, sino limpias y secas constataciones de la realidad. Los que se equivocan son siempre los demás.

A medida que crezco voy desarrollando una percepción más aguda de la estupidez de los humanos. Tal vez esa sea la mayor lección que he aprendido hasta ahora: que los individuos no somos esencialmente malos, sino imbéciles. Contemplo a los demás y me contemplo a mí misma, y constato la poca cosa que somos. Pequeños botarates llenos de ínfulas.

Al igual que el lector que me critica, yo también tiendo a pensar que quien no está de acuerdo con mis ideas ha perdido la objetividad y la sesera. Creo que en esto, en la intolerancia frente a las ideas divergentes, los españoles somos especialmente bestias. Hijos y nietos del franquismo como somos, y educados por otra parte en una oposición izquierdista que tampoco era democrática (ni el fascismo ni el marxismo se han caracterizado por respetar las opiniones de las minorías), los españoles añadimos a la burricie natural del ser humano una predisposición cultural a la intransigencia. Y así, en vez de decir que Fulano no opina como nosotros y que le consideramos equivocado por tal o cual razón, dictaminamos sin más que ha perdido la objetividad. Porque las ideas de uno son como las tablas de la Ley, realidad divina e intocable, zarza ardiendo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_