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Los ministros de Economía de la UE marginan a la Comisión Europea en las reuniones del G-7

Xavier Vidal-Folch

Los 11 ministros de Economía y Hacienda de la CE que pertenecen a la moneda única marginaron ayer a la Comisión Europea de las reuniones ministeriales económicas del G-7, el club de los países más ricos del mundo. El Ejecutivo comunitario sólo estará presente en determinados momentos, por imposición de Washington aceptada por los grandes. Aunque los ministros aseguraron ayer que la moneda única "goza de excelente salud", pese a su caída respecto del dólar, el euro retrocedió a un mínimo de 1,0124 dólares, frente a los 1,0204 del viernes pasado.

Los Once aprobaron formalmente ayer el acuerdo ya trenzado con EE UU, Canadá y Japón el 12 de junio en el G-7 ministerial de Francfort. Duisenberg y el presidente de turno estarán presentes en las reuniones de los siete ministros de Hacienda cuando se discutan "la situación de la economía mundial, la vigilancia multilateral y los asuntos relativos a los tipos de cambio"; es decir, prácticamente siempre. La representación dél euro correrá a cargo del presidente del Banco Central Europeo (BCE), Wim Duisenberg, y del presidente de turno de los Once.

Los ministros de Economía y. Finanzas de la UE (Ecofin), reunidos en Bruselas, aseguraron que la moneda única "goza de excelente salud", pese a su caída respecto del dólar, amparándose en que las previsiones de crecimiento de Italia y Alemania han mejorado. El euro retrocedió ayer a un nuevo mínimo de 1,0124 dólares, según el cambio oficial, frente a los 1,0204 del viernes pasado. En el mercado el euro llegó a cotizar a 1,011 dólares.

Contraprestaciones

A cambio de la participación de Duisenberg y el presidente europeo de turno en las reuniones del G-7, y por imposición de Washingtón y Tokio, la Comisión queda capitidisminuida: "Se involucrará en la medida adecuada" que le permita cumplir las funciones que le asigna el tratado y "asistirá" a las reuniones cuando se traten asuntos específicos, a determinar por los ministros, según la declaración oficial de la presidencia. Pero su titular, el finlandés Sauli Niinistó, fue verbalmente más contundente que su propio texto: "El comisario no estará sentado a la mesa, aunque sí presente en la reunión", algo a lo que se ha negado la Comisión de Jacques Santer.

El ex presidente alemán Hans Eichel aseguró que este esquema, negociado por él, no viola el acuerdo alcanzado por los jefes de Estado en la cumbre de Viena del pasado diciembre, según el cual la representación de la zona euro en el G-7 correrá a cargo del presidente del "Grupo Euro 11, asistido por la Comisión". Otros piensan que, si no la letra, sí se ha atentado contra el espíritu de aquel acuerdo. Le tocará lidiar este asunto a la próxima Comisión de Romano Prodi, y más concretamente, a su comisario de Asuntos Monetarios, el español Pedro Solbes.

Altos diplomáticos comunitarios opinan que, pese a todo, "Bruselas tiene medios para imponer sus criterios", dadas sus competencias en empleo o en la redacción de las grandes orientaciones de política económica, de periodicidad anual; que "la habilidad y el prestigio de Solbes" conducirán a rellenar el hueco, y que el acuerdo será temporal, dado que la moneda única todavía no está completamente implantada.

De la forma al fondo, los ministros del Ecofin también discutieron ayer sobre la caída del euro respecto del dólar. La versión oficial corrió a cargo del presidente. Niinistö. La moneda única "goza de excelente salud y de un gran potencial de crecimiento", declaró. La versión optimista más argumentada la ofreció el español Rodrigo Rato: "Las perspectivas de crecimiento en la zona euro son claramente mejores de lo que aparecían hace seis meses".

Esta tesis se basa en que "los peores efectos" de la crisis económica internacional ya se han superado, en que mejoran las perspectivas de crecimiento entre los Once, así como en que se cumplirán los objetivos de sus planes de estabilidad sobre el déficit. La relación con el dólar, en todo caso, paga el peaje de la diferencia de tipos de interés (2,5% en el BCE; el doble en la Fed) y de los respectivos ritmos de crecimiento. Pero la evolución del tipo de cambio "debe verse a medio plazo, y no semana a semana", arguyó Rato.

Parecida tesis fue sostenida por el francés Dominique Strauss-Kahn. "La situación en Alemania e Italia es menos mala de lo que parecía hace algunas semanas", aseveró, basándose en las últimas previsiones de crecimiento de estos dos países y en el recuento de las nuevas medidas fiscales que pondrán en marcha, según anunciaron ambos ministros. ¿Formulación pesimista la del francés? "No, al revés, muy alentadora, porque hace unas semanas yo consideraba muy mala la situación alemana e italiana".

[Respecto a Alemania, algunos analistas barajaron ayer que también contribuyó al descenso del euro la publicación de nuevos datos macroeconómicos de ese país que indican que, mientras la inflación se mantuvo prácticamente a cero en junio, la productividad bajó un 2% en mayo, lo que se considera un claro síntoma de estancamiento económico.

Desde su lanzamiento, en enero pasado, en que el euro se cotizaba a 1,1789 dólares, la moneda europea ha perdido más de un 13% de su valor frente a la divisa de EE UU. Los expertos sostienen que si llega a la paridad con el dólar volverá a repuntar de inmediato].

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