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La Ertzaintza estudia en las notas posibles relaciones mafiosas de Larrañaga

VIENE DE LA PÁGINA 1 La Ertzaintza investiga si varias direcciones de Toledo y Oviedo que figuran en las notas manuscritas, entre otros números de teléfono, pudieran corresponder a personas relacionadas con los negocios en los que Larrañaga estaba metido y por los que tenía pendientes varios juicios por presuntos delitos de estafa y falsificación. Una de esas direcciones relaciona a Larrañaga con una persona de Villasequilla de Yepes, en Toledo. La nota está parcialmente destruída, y del nombre del pueblo sólo se aprecia la terminación "equilla (Toledo)". Para determinar si la letra corresponde al presunto asesino, el juzgado que instruye la causa ordenó la realización de una prueba caligráfica. Larrañaga tuvo que repetir la prueba varias veces, el pasado 18 de junio, y escribió varias páginas de su puño y letra para determinar cuáles de los manuscritos son suyos, o incluso determinar si las direcciones o teléfonos le eran facilitados por terceras personas, lo cual podría significar que trabajaba por encargo. El presunto asesino de Vitoria llevaba un control bastante exhaustivo de sus citas y de sus movimientos. Los anotaba en una libreta de anillas que, al parecer, siempre llevaba consigo. Tras su detención en Madrid, cinco días después del asesinato de la abogada Begoña Rubio, el Cuerpo Nacionao de Policía y la Ertzaintza registraron su domicilio y encontraron numerosas páginas de la libreta en las que figuraban direcciones y números de teléfono, también de Toledo y Oviedo, e incluso la programación televisiva, concretamente dos películas: No hay salida y Memorias de un hombre invisible. Entre los papeles, todos ellos rotos en dos o tres pedazos, y reconstruidos minuciosamente por la Ertzaintza, se encuentran varios números de teléfono, concretamente el de la lonja del empresario de máquinas tragaperras Agustín Ruiz y el de su hijo. En otro de los papeles, en una de las esquinas, figura un número de teléfono, sin otra identificación. Corresponde a un bar situado en la calle Obispo Ballester, el Aingeru, al que acudía de forma habitual la profesora de inglés Esther Areitio, asesinada el pasado año. "Esther se solía poner en esta esquina", recuerda un testigo, "y Koldo allí" (en la esquina opuesta). El que las notas manuscritas estuvieran rotas sugiere que el acusado hizo limpieza de papeles comprometedores, al intuir que le estaban siguiendo tras el asesinato de la abogada, pero no le dio tiempo a tirar las bolsas de basura. Fue detenido tras la cita que agentes de la Ertzaintza mantuvieron con él en una cafetería de Madrid, sin darle tiempo a regresar a su domicilio.

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