Chávez escucha en el Parlamento una petición a favor de su enjuiciamiento
Mas allá de la celebración protocolaria de los 188 años de independencia, la fiesta nacional de Venezuela se convirtió este lunes en un torneo de ataques e insultos entre los poderes públicos cuando el orador del Congreso elegido por los diputados, el escritor e historiador Jorge Olavarría, pidió delante del presidente Hugo Chávez su enjuiciamiento por diversos motivos: desacato al veto legislativo de los ascensos militares, reiteradas amenazas a las instituciones e incitación al caos.
La tensión aumentó cuando Olavarría denunció -delante de Chávez, de los magistrados de la Corte Suprema, de los parlamentarios y del cuerpo diplomático- la "demencial" carrera que ha iniciado el mandatario y que, en su opinión, provocará el desastre de Venezuela. Olavarría es un antiguo amigo de Chávez; lo acompañó en su campaña electoral de 1998 hasta que, decepcionado, le retiró su apoyo en febrero, tras la toma de posesión del cargo. Desde entonces no ha cesado de criticar al nuevo Gobierno. Tal vez por ello, el Congreso le escogió para pronunciar la alocución en la fiesta nacional.
Pero casi nadie se esperaba que el viejo amigo de Chávez fuera tan duro con el mandatario, quien contrario a su estilo peleón y provocador resistió estoicamente el envite y optó por no responderle. El discurso de Olavarría fue interrumpido tres veces por el presidente del Congreso, el coronel Luis Alfonso Dávila -"No hemos venido a oír insultos contra el presidente", dijo-; pero no logró acallarlo.
Olavarría acusó a Chávez de reiterar sus amenazas contra los poderes públicos -"Nos estamos librando de las tiranías de los cogollos [cúpulas] y construyendo una nueva y verdadera patria", había dicho el presidente antes de entrar en el Congreso- y contra toda institución que se le oponga, por lo que solicitó su enjuiciamiento inmediato.
Elegir dictadores
Tras calificar a Chávez de "demagogo", Olavarría dijo: "Estamos ante la necesidad de develar un enorme engaño: nos está invitando a elegir, no a unos representantes [para la Asamblea Constituyente] encargados de redactar una nueva Constitución, sino a unos dictadores". El gobernador de Caracas, el vicealmirante Hernán Gruber Odreman, que encabezó el segundo golpe frustrado del 27 de noviembre de 1992, calificó el discurso de Olavarría de "vasija de excremento". El ministro de Exteriores, José Vicente Rangel, destacó la reacción tranquila de Chávez.
Los ascensos militares han sido la última fricción. El Senado vetó a 33 de los 267 oficiales propuestos por Chávez; y éste optó por ascenderlos porque lo acompañaron en las dos intentonas golpistas de 1992. Esto, según los diputados, representa una violación de las disposiciones constitucionales. Por este desacato, el fiscal general está estudiando el caso, aunque todavía no ha planteado si solicitará un juicio contra Chávez.
[Por otra parte, el ministro del Interior, Ignacio Arcaya, aseguró ayer a El Diario de Caracas que Chávez no tiene previsto dar golpe de Estado alguno al estilo de Fujimori, en Perú, según informa Efe].
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