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Arenas acelera la purga de los dirigentes del PP que han perdido peso autonómico o municipal

Javier Casqueiro

El PP se ha fijado una nueva fase de renovación interna en los congresos regionales y provinciales convocados oficialmente para el próximo otoño. Y el reciente examen en las urnas facilitará mucho esa labor. La dirección del PP ha constatado en distintas comunidades, provincias y capitales que los conflictos internos, las disputas y las crisis se pagan electoralmente. Así, aplicará especialmente la purga de cargos en esos lugares determinados donde sufre sus más graves derrotas, "a riesgo de abrir heridas internas, pero con el objetivo de afrontar mejor las elecciones generales".

El Comité Ejecutivo Nacional del PP aclaró el pasado viernes el calendario de trabajo del partido para los próximos meses y hasta las generales del 2000. Varios responsables populares mantenían en privado, en las últimas semanas, que quizá les convendría aplazar la celebración de los congresos regionales y provinciales hasta después de la cita electoral para "no abrir más heridas internas". Pero este planteamiento, que no se llegó a formular oficialmente en ningún órgano, según han ratificado distintas fuentes, ha sido cortado de raíz por el propio Javier Arenas. El secretario general del PP, que tomó el bastón de mando por orden de José María Aznar y en sustitución de Francisco Álvarez Cascos en el XIII Congreso Nacional, en enero pasado, quiere que se organicen los cónclaves locales cuanto antes. Las fechas han quedado selladas: los regionales, en la última semana de septiembre y la primera de octubre; y los provinciales, en noviembre.

Arenas se apresta así a afrontar una importante renovación territorial. Quiere que el espíritu de un partido de "centro reformista" emanado del último Congreso Nacional alcance a todas sus estructuras para que la sociedad pueda interpretar claramente antes de las próximas elecciones generales que el PP es la única referencia para ese electorado mayoritario.

Los congresos regionales y los provinciales se convocan obligatoriamente por parte de la dirección nacional y en función de lo que señalan los estatutos. Sólo habrá, en principio, dos excepciones. Una, la de Andalucía, que vive desde la marcha de Arenas una situación de interinidad. Otra, la de Cataluña, donde el PP ha decidido situarlo después de los comicios autonómicos convocados por Jordi Pujol para octubre. Los votos definirán en Cataluña el cuestionado futuro del actual presidente regional y candidato, Alberto Fernández, y del cartel que se pretende imponer desde Madrid, el del ministro Josep Piqué.

El mapa de la renovación

El mapa de la renovación del PP en este proceso de congresos tiene distintas prioridades. El varapalo sufrido en Asturias como consecuencia del año de enfrentamientos registrado entre Álvarez Cascos y el ya ex presidente de la comunidad, Sergio Marqués, ha facilitado mucho el panorama. "Allí partimos de cero. Para lo bueno y para lo malo", concluyen en la cúpula del PP. El único candidato a presidir el partido respaldado por el equipo de Arenas es Ovidio Sánchez, curiosamente el aspirante autonómico -ampliamente derrotado por el socialista, Vicente Álvarez Areces- que Cascos improvisó cuando se desbocó la crisis.

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La situación en Galicia es tan delicada que será abordada personalmente por Arenas con Manuel Fraga, el fundador y patrón, en tres citas que mantendrán este mes. La dirección nacional del PP está muy descontenta con la gestión realizada en los últimos años por el secretario regional, Xosé Cuiña, al que Fraga encumbró aún más en el congreso extraordinario de 1998. Ahora habrá un congreso ordinario en el que se pretende cortarle las alas. ¿Cómo? No se sabe. ¿Con quién? Tampoco. El relevo natural de Fraga, el ministro Mariano Rajoy, se resiste. Y no surgen nuevos nombres.

En Génova, 13, no se entiende cómo Cuiña ha sido tan insensible al mal resultado en las urnas de las principales ciudades, perdidas en beneficio de la alianza entre el BNG y el PSdeG. También se ha tomado nota de cómo, en la noche electoral, Cuiña, en los primeros contactos de Fraga con Madrid, sólo insistía en que se había perdido la Diputación de A Coruña, organización controlada por su rival en esa provincia, el ministro José Manuel Romay, y no decía nada, en cambio, de las capitales o las grandes ciudades dilapidadas.

Fraga tampoco está satisfecho y así se lo ha reconocido a la dirección nacional. Y ha pedido colaboración para encarar el procedimiento interno que conducirá a la búsqueda de su sucesor.

La nueva cara del PP canario se llama José Manuel Soria, el alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, que ha revalidado su mayoría absoluta y sobre el que permanentemente se bromea en el partido por su parecido físico con Aznar, aunque es un poco más alto.

Mientras llega el congreso que lo consagre y se cicatrizan las heridas por el descalabro padecido en Tenerife, la dirección del PP quiere que el actual presidente en Canarias, José Miguel Bravo de Laguna, aguante unas semanas más hasta asentar el pacto de gobierno con Coalición Canaria en todas las instituciones.

El análisis que se hace en Castilla y León y Castilla-La Mancha es similar, sobre todo en relación al excesivo tiempo que llevan en sus cargos muchos de los presidentes provinciales, los más castigados en las urnas. Así, habrá renovación, pero en el segundo no afectará al presidente regional, Agustín Conde, cuya dimisión se ha rechazado y para el que se reserva una larga etapa de aprendizaje en la oposición.

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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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