Talidomida

Francisco Vázquez, alcalde de A Coruña y barón del PSOE, admira al Opus Dei, al que ha encomendado la educación de sus hijos, y siente un gran respeto por Fraga, del que afirma sin ironía alguna que es un animal político. Está en contra del aborto, como Dios manda, y cree que el mejor candidato de su partido a las generales sería Felipe González. Pese a ello, quizá porque suele ganar por mayoría absoluta las elecciones a las que se presenta, es uno de los preferidos de Guerra (en otro tiempo azote de la Obra) para ocupar la vacante de Borrell. Se queda uno absurdo frente a construcciones dadaístas de tan buenos resultados financieros. Y es que esto va más allá de lo que se conoce vulgarmente como nadar y guardar la ropa o poner una vela a Dios y otra al diablo. Esto es una nueva forma de coherencia ecuménica cuya comprensión está vetada a la gente incapaz de comprender el triunfo moral de la OTAN sobre el maligno o los vericuetos mentales de Gil, admirador a su vez de Franco y hombre temeroso de Dios. De donde se deduce que las creencias con futuro son las construidas al modo de los piensos compuestos para pollos locos o vacas enajenadas. Se pasa la escoba por la nave en la que hemos construido el siglo XX y se recogen, sin discriminar, las heces de todas las ideologías, las grasas de todas las religiones y los huesos de todos los cadáveres. Se tritura la mezcla y se revuelve hasta que desaparecen los grumos. Una vez desecada, se administra al contribuyente en forma de harina y a poca predisposición que el contribuyente tenga para la esquizofrenia, pueden empezar a salir enseguida dirigentes comunistas beatos, sindicalistas reaccionarios o demócratas a los que ni puta falta que les hace el consenso.
Lo curioso de estos piensos es que jamás producen malformaciones inversas. No se conoce el caso de una intoxicación alimentaria que haya curado el cáncer, en vez de suscitarlo, ni de un envenenamiento intelectual que provocara ataques de piedad en los banqueros. Sólo socialistas como Vázquez que se rinden al Opus o revolucionarios como Fidel que se enamoran de Fraga. Pura talidomida ideológica, en fin. Sálvese quien pueda.
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