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Reportaje:

Diversiones de coleccionista

Perdidos entre los últimos y más modernos juegos de ordenador y los sempiternos entretenimientos de mesa, 170 juguetes antiguos, fabricados entre 1880 y 1950, se apiñan en tres salas del Palacio de Villa Suso de Vitoria para dar testimonio a las generaciones actuales de que jugar no es algo nuevo, sino una grata actividad de la que también participaron sus padres y abuelos. La muestra se inscribe en el IV Festival de Juegos de la capital alavesa y está formada por objetos pertenecientes al Museo de Juguetes de Teruel, centro que cuenta con más de 7.000 piezas, recogidas por el coleccionista Eustaquio Castellano durante más de cuarenta años. La selección de los juguetes se ha regido por la diversidad y el intento de evitar una clasificación sexista. Los objetos corresponden, en su mayoría, al periodo comprendido entre 1920 y 1950, aunque también los hay anteriores, como una muñeca pepona francesa datada en 1880 -muy diferente a las actuales barbies esquiadoras, top models y universitarias- que fue encontrada por su actual propietario en la basura. Abandonados y sustituidos en los años 60 por el plástico, la madera, la hojalata, el cartón y el papel recobran ahora por unos días su protagonismo en esta exposición. La propia colocación de las piezas contribuye a remitir a los visitantes a otros tiempos. Una especie de gruta a la que se accede a través de un arco ojival constituye la primera sala de la muestra. A partir de este punto, los niños olvidan a las muñecas que hablan, los coches teledirigidos y los prematuramente caducos tamagochis para sorpenderse con anacrónicos trenes, circuitos de carreras construidos en latón, juegos de magia de cartón y peponas que convierten en moderna a Mariquita Pérez. Entre las joyas de la muestra figura una cocina-comedor de madera construida por presos políticos de la cárcel de Cáceres en los años 40 para la hija del alcaide de la prisión. Bastante más grande que los juguetes de la época, esta pieza fue confeccionada con todo el esmero posible "dadas las circunstancias". A su lado figura una colección de soldaditos de plomo realizados en la época de la posguerra en Valencia, que no llegaron a comercializarse: el fabricante constató que no eran rentables, dado el alto precio que había alcanzado el plomo después de la contienda. Pequeños teatros de papel, mariposas de hojalata de 1930, camiones de bomberos realizados en madera, rompecabezas de cartón y armónicas son otros de los artículos que pueden verse en la muestra. Considerados como verdaderos objetos de arte por los coleccionistas, estos juguetes se codearán dentro de pocos años con juegos de los años 60 como las primeras nancys, que ya están siendo incluidas en la categoría de piezas de colección. En la muestra, varios cuentacuentos relatan a los menores historias sobre los viejos juguetes para "transmitirles el valor esencial de los mismos, aparte del valor material que puedan tener".

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