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Diputados laboristas de varias corrientes piden a Blair recuperar las esencias de izquierda

Isabel Ferrer

A Tony Blair se le acumulan los frentes. Apenas recuperado del esfuerzo que ha supuesto la guerra de Kosovo y todavía en plenas negociaciones de paz en Irlanda del Norte, ahora se rebelan sus propias filas. Cansados de que su líder busque el voto de las clases medias, 44 diputados laboristas, de los 416 que tiene en la Cámara de los Comunes, han firmado una declaración donde le piden que respete un solo principio: la supervivencia del "partido socialista democrático". Según ellos, ése es el único y verdadero garante de las esencias del laborismo que Blair parece haber olvidado.

La declaración será debatida en la conferencia londinense que celebrará el partido de Blair el próximo día 17 y que hasta el momento más de 90 diputados laboristas han prometido apoyar. El grupo de los 44 parlamentarios ha formulado también otra petición. Desean que Blair abandone de una vez su intento de formar una coalición de centro-izquierda con los liberal demócratas. La solicitud, que aparecerá publicada esta misma semana en el semanario Tribune, de clara inspiración laborista, viene avalada por la firma de diputados que representan a todas las fracciones del partido. Nuevos laboristas, como Maria Eagle, no tienen reparo en estampar su nombre junto a Stuart Bell, un colega mucho más escorado a la derecha del partido. O todo lo contrario, se han puesto de acuerdo con Tony Benn y Ken Livingstone, aspirante este último a la alcaldía de Londres y conocido por estar "más a la izquierda de Blair" que casi nadie. La declaración de los 44 desencantados y dispuestos, si es preciso, a la rebelión, tiene toques del laborismo más señero. Recuerda, por ejemplo, que la pobreza y las desigualdades, "siguen desfigurando nuestra sociedad y destruyendo la vida de millones de personas en todo el mundo". Una situación tan acuciante ahora como hace un siglo, pero para la que ya no sirven recetas decimonónicas. En los umbrales del siglo XXI, sólo puede lucharse por la justicia social "desde un partido socialista, internacionalista y democrático".

Manteniendo el símil bélico, el escrito ha sido calificado en medios laboristas de "cañonazo de advertencia" a Blair, tras la derrota en las pasadas elecciones al Parlamento Europeo. Los miembros más críticos del partido, citados ayer sin nombres por el rotativo The Independent, quieren que su líder desista de formar una gran coalición de centro izquierda con los liberal demócratas. Un pacto que, de cerrarse, sería muy difícil de romper.

A Mark Seddon, uno de los miembros más radicales de la nueva ejecutiva laborista y director de Tribune, le preocupan también algunos de los colegas europeos del primer ministro británico. El canciller alemán Schröder es el más destacado. La nota conjunta firmada en junio por ambos líderes donde se comprometen a mantener ambas economías lo más cerca posible de libre mercado, choca, según Seddon, con los "votantes naturales del laborismo". Los mismos que estarían tan desencantados con la ruta hacia el centro emprendida por Tony Blair, que acabarán por "desertar del todo".

Ataque conservador

Mientras los 44 diputados airados esperan una respuesta de su jefe, al que consideran haber retado formalmente, William Hague, líder conservador, sigue capitalizando su victoria en las elecciones europeas a costa del euro. Sin dejarse desalentar por el último sondeo, que sigue dando ventaja al Gobierno, Hague se siente lo bastante fuerte como para decirle a Blair que no tiene valor para renegar de la "abolición de la libra". Y eso que el primer ministro ya ha suavizado la campaña a favor de la moneda única. Pero al líder conservador le parece poco. Ajeno a las predicciones de los sindicatos, que cifran en un millón los empleos que podría costarle al Reino Unido repudiar el euro, Hague ha hecho un canto a la independencia de la City y la flexibilidad laboral.

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De momento, Blair no parece prestarle demasiada atención a la última andanada tory. La cita parlamentaria semanal del partido laborista estuvo dedicada ayer a analizar precisamente el fracaso en las elecciones europeas. Durante las reunión, debía prepararse también el terreno para la campaña que, este verano, tratará de convencer a los laboristas de que la lucha contra la pobreza sigue guiando al Gobierno. Un esfuerzo que debe bastarle de momento a Blair, enfrentado a esta nueva disidencia interna. Un grupo de presión doméstico que preferiría alejarle de su mentor, el liberal demócrata Lord Jenkins of Hillhead, principal abogado de la alianza de centro-izquierda tan temida por los 44 defensores de la pureza laborista.

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