_
_
_
_
PENA CAPITAL PARA OCALAN

El pueblo sin Estado del "turco de las montañas"

Juan Carlos Sanz

Para el Estado fundado por Mustafá Kemal, Atatürk sólo son los "turcos de las montañas". Pero los más de 20 millones de kurdos diseminados en la encrucijada del este de Anatolia con Oriente Próximo y el Cáucaso constituyen el mayor pueblo sin Estado de todo el planeta. Pastores, guerreros de clanes enfrentados entre sí, fundan su moderno nacionalismo en el mito histórico de los reinos medas y en el culto religioso a Zoroastro. Los kurdos se han alzado en armas repetidas veces a lo largo de este siglo contra las fronteras impuestas por los vencedores que se repartieron los restos del el imperio Otomano tras la IGuerra Mundial. Las mismas potencias que les prometieron en 1921, en el tratado de Sèvres, un Estado independiente, para desdecirse de su palabra dos años más tarde en Lausana.

Más información
Turquía condena a morir en la horca al líder kurdo Ocalan por traición y separatismo
Sombras legales en el proceso al "enemigo público número uno"

Éste ha sido desde entonces el sino de los kurdos, más de 10 millones de los cuales viven en Turquía. Sólo una carambola de la historia, la derrota de Sadam Husein en la guerra del Golfo, permitió hace siete años el nacimiento de un territorio autónomo kurdo en el norte de Irak, donde, por cierto, las facciones tribales se enfrentan a tiros entre sí.

La cuestión kurda, sin embargo, sigue siendo una pesadilla para las cancillerías occidentales, y el principal obstáculo para el acercamiento de Turquía a Europa.

Millones de ciudadanos turcos se ven privados del derecho a recibir educación en su lengua materna, a disponer de medios de comunicación en su propio idioma, a alcanzar, en fin, una mínima autonomía política.

La rebelión del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), lanzada por Abdalá Ocalan hace 15 años, sólo ha servido para exacerbar el centralismo de Ankara y para desencadenar un despliegue militar que ha convertido el Kurdistán turco en una tierra quemada, con más de 2.000 aldeas calcinadas.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Muchos turcos celebraron ayer la condena a muerte de Ocalan, presentado invariablemente por la prensa como el "asesino de niños". Pero en un país marcado por el ascenso electoral del islamismo y la ultraderecha, por las violaciones de los derechos humanos, la ejecución de un solo hombre no impedirá que los "turcos de las montañas" sigan hablando en kurdo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_