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Coherencia y contradicción

Joaquín Almunia lleva camino de chocar dos veces con la misma piedra. En mayo de 1998 quiso dimitir como secretario general por pura coherencia personal después de haber perdido las primarias. Pero asumió que las "expectativas" generadas y el respeto a la mayoritaria petición que había recibido debían prevalecer sobre su propia contradicción y frente a las acusaciones de incoherencia. Ahora lleva camino de encontrarse en una encrucijada idéntica: por un lado, el rubor de verse convertido en candidato después de haber perdido la votación para serlo, y por otro lado el respeto a la confianza y la convicción de quienes se sienten seguros con él para disputar a Aznar La Moncloa. Hace un año, como ahora, dijo que oiría la opinión del partido.

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