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Reportaje:

Tras el bosque urbano

La ciudad de Elche quedará configurada en el siglo XXI como un gigantesco parque de palmeras que actuará de pulmón verde dentro de la ciudad. Una de las características fundamentales del Palmeral, su dispersión en numerosos huertos de palmeras datileras, ha sido parte fundamental en hacer posible su salvación. La adquisición por parte del Ayuntamiento de los huertos privados, en muchas ocasiones en un estado de lamentable abandono, ha posibilitado su integración en la ciudad formando pequeñas o grandes áreas verdes, que van salpicando con sorprendentes oasis la dureza del asfalto. La operación de compra ideada por el Ayuntamiento ha sido "positiva", asegura el edil de Medio Ambiente, Juan Antonio Oltra: los huertos se ceden al Consistorio a cambio de terrenos edificables en las denominadas áreas de reparto que prevé el Plan General de Ordenación Urbana de la ciudad. De esta manera, el Ayuntamiento puede afrontar la compra sin que resulte traumático para las arcas municipales. La primera constancia de la existencia de la palmera en la ciudad data del siglo II a.c., en los ornamentos de una vasija ibérica. Pese a todo, será el paso de los árabes el que configuró el bosque, tal y como se puede ver en la actualidad, con su peculiar sistema de explotación agrícola. El proceso de expansión urbanística y de modernización de la ciudad segó buena parte de los huertos que rodeaban el casco urbano y a punto estuvo de dilapidar un legado de siglos. Actualmente, los huertos están protegidos desde que en 1986 se creó la Ley de Tutela del Palmeral, que articuló la puesta en marcha de un Patronato. Pese a que las palmeras "viven su mejor época", según Oltra, urge hacer cambios necesarios. Instituciones como el Patronato del Palmeral, presidida por el consejero de Cultura de turno, se ha mostrado inoperante, dada las pocas reuniones que ha mantenido. La inversión en la regeneración de los huertos, durante los últimos cuatro años, ha ascendido a 350 millones de pesetas. La creación de la concejalía de Medio Ambiente ha sido parte fundamental para la persecución y denuncia del acoso al árbol ilicitano y su preservación. Cuando concluya el mandato de la próxima Corporación municipal los cálculos son que tan sólo el 15 % de todo el palmeral urbano quede en manos privadas. Sólo en el casco urbano, Elche cuenta con dos millones de metros cuadrados de palmeral, de los que en la actualidad el 50% es ya de propiedad consistorial. Además, hay 650.000 metros cuadrados de áreas verdes, en los que se ha llegado a acuerdos para su uso público. El desarrollo sostenible, es decir, el crecimiento de la ciudad en sintonía con todo lo que le rodea, tiene en Elche una muestra clara ya que ha sabido, aunque sólo en los últimos años, continuar su expansión sin apartar la mirada de los huertos. Incluso el Palmeral tiene un departamento de I+D. A principios de la década de los 90 se creó la Estación Phoenix, desicada a la investigación y experimentación de la palmera datilera. En su gestión intervienen organismos como el propio Ayuntamiento, la Generalitat, la Universidad de Alicante, y dos instituciones francesas como el Institut National de la Recherche Agronomique. El centro de investigación tiene como meta poder compatibilizar el carácter ornamental de los huertos con un posible aprovechamiento económico. Desde sus laboratorios se han desarrollado avances tan significativos como la reproducción in vitro de palmeras. La integración del Palmeral en la ciudad es un hecho y la concienciación ciudadana sobre su importancia, con políticas educativas, notable. La posibilidad de ser nombrado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, en diciembre, refrendará la importancia de preservar la naturaleza.

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