"El proceso de paz no será corto, habrá momentos de crisis"

El profesor de la Universidad George Mason (Estados Unidos) Christopher Mitchell observa con cautela los avances que se han dado en el proceso de pacificación de Euskadi, que él juzga va bien encaminado. "Se han dado pasos muy importantes", afirma, "pero no podemos esperar que la paz se alcance en breve. Es necesario ser pacientes, tener mucha esperanza, ser flexibles y conscientes de que habrá problemas y momentos de crisis". Este experto en conflictos, que cuestiona la figura del mediador, aboga por involucrar a todas las víctimas en el proceso y ceder protagonismo a los agentes sociales. Mitchell pronunció ayer una conferencia dentro del seminario Influencia de los movimientos sociales en el proceso de pacificación de Euskal Herria de los Cursos de Verano de la Universidad del País Vasco. Este profesor, un experto británico en conflictos que ha seguido de cerca el contencioso de Irlanda del Norte, valora como "muy importante" el Pacto de Lizarra, pero encuentra debilidades en el acuerdo. "Falta la participación de partidos de Madrid", advierte. "El próximo paso debe ser precisamente involucrar a estos actores". A su juicio, no será fácil y exigirá que el proceso de pacificación se deslinde de los vaivenes electorales. "No es que esté en contra de los comicios, pero hay tantas consultas en las urnas que se tiende a ralentizar el proceso, porque en determinados momentos decae el interés por el conflicto". Mitchell ha protagonizado una aproximación más profunda a los problemas del País Vasco desde abril de 1998. Ha conocido por tanto los últimos coletazos del terrorismo de ETA antes de la tregua de septiembre. "El alto el fuego es un movimiento positivo que, al mismo tiempo, puede tener efectos negativos", responde cuando se le pregunta si la desparición de los atentados puede conllevar una cierta relajación en la búsqueda de la salida negociada. "Es algo que Madrid ha esperado desde hace mucho tiempo, pero también le obliga a moverse más rápidamente". El Gobierno y los partidos no son, a su juicio, los únicos que deben mover la ficha. "La resolución de conflictos no queda exclusivamente en manos de los políticos, sino que se produce en varios niveles distintos. También deben jugar en esta partida los agentes sociales y, sobre todo, las víctimas de las dos partes enfrentadas", afirma. Él, que ha vivido la conversión de los terroristas en líderes de la reconciliación de Irlanda, cree necesaria la incorporación de los ex activistas de ETA a las instituciones políticas democráticas. "Estas personas son necesarias porque tienen credibilidad y pueden llevar a su gente hacia el proceso de paz. Además, muchas veces han sufrido, han estado en prisión y conocen el precio de la violencia". Pero Mitchell alerta de que hay que actuar con cautela. "Hay que estar muy pendiente de las víctimas del terrorismo, tener siempre en consideración su lectura. Esa es la parte difícil", señala. En esta dinámica deben cobrar protagonismo distintos agentes. "La sociedad es la que debe encargarse de tender puentes y de participar en proyectos comunes. Los movimientos y organizaciones sociales pueden hacer mucho por evitar la disgregación de los grupos en conflicto". Mitchell hace suyas las dudas de los analistas que debaten ahora la oportunidad o no de los mediadores externos. "¿Hay alguien que pueda ser imparcial?¿Pueden conocer los detalles más pequeños de un conflicto?", se pregunta. Y deja la cuestión en el aire.