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Jospin pide cambiar la Constitución en nombre de las lenguas regionales

El primer ministro francés, Lionel Jospin, anunció ayer en la Asamblea Nacional que acababa de pedirle al presidente de la República, Jacques Chirac, que tomase "la iniciativa de una revisión de la Constitución" para permitir así que Francia pudiese ratificar su firma de la Carta Europea de las Lenguas Regionales. Chirac hizo público un comunicado en el que se negaba a asumir dicha iniciativa. El pasado 7 de mayo, Francia firmó 39 de los 94 artículos de la mencionada Carta, pero el presidente Chirac optó por requerir el dictamen del Consejo Constitucional (CC) para saber si la ratificación era posible sin entrar en contradicción con la Constitución. El pasado 16 de junio, el CC estimó que la Carta ponía en cuestión "la indivisibilidad de la República", así como "la igualdad entre todos sus ciudadanos", al tiempo que también desmentía el artículo 2 de la Carta Magna, que reza: "el francés es la lengua de la República".

La propuesta de Jospin, que va acompañada ya de una redacción de un nuevo artículo constitucional que resolvería el embrollo, ha sido rápida para evitar que Chirac se amparase en el tema y lo convirtiese en arma contra un Gobierno de izquierda en el que sigue predominando la mentalidad jacobina, pero Chirac tampoco ha demorado su respuesta. "No deseo tomar una iniciativa de una revisión constitucional que atentaría contra los principios fundamentales de nuestra República", dijo el presidente.

Enriquecer la diversidad

Como es obvio, Chirac no se manifiesta en contra de la enseñanza de las lenguas regionales o minoritarias, "que conviene reforzar para enriquecer nuestra diversidad", sino tan sólo de firmar la Carta Europea. En eso coincide con el muy centralista ministro del Interior, Jean Pierre Chevènement, que ha dicho, por ejemplo, que "es posible favorecer las lenguas regionales sin reformar la Constitución", pues firmar la Carta equivale a abrir la puerta a "la balcanización de Francia", ya que "la lengua es un elemento esencial de la identidad" nacional. Cuando el Gobierno de Jospin asumió la firma de una tercera parte de los artículos de la Carta ya lo hizo tomando muchas precauciones. Para el Consejo Constitucional, el principal problema viene de que la Carta proclama como "un derecho imprescriptible" el practicar una lengua regional o minoritaria no sólo en "la vida privada", sino también "en la vida pública".

Lo cierto es que la demanda de enseñanza de una lengua regional es muy minoritaria en Francia. Sólo 335.000 alumnos de un total de 12 millones de estudiantes siguen algún curso de aprendizaje de una de esas lenguas y el 80% son alsacianos que aprenden el dialecto regional, casi idéntico al alemán que hablan sus vecinos.

En su discurso, Jospin insistió en que "ratificar la Carta no supone ni poner en cuestión la República, ni atentar contra la unidad nacional, ni tan sólo debilitar la lengua francesa, que es la lengua de la República".

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