China relajará el control de natalidad para permitir dos hijos por pareja

El Ejecutivo chino podría aprobar en breve una ley para permitir que los matrimonios tengan dos hijos, dados los desequilibrios sociales provocados por el control de la natalidad desde la década de los años setenta, que limita a uno el número de descendientes por familia. La nueva política de natalidad incluirá la prohibición de los abortos forzosos y buscará evitar los infanticidios femeninos.

Las autoridades estudian dar opción a las parejas a elegir el momento en que desean procrear, en vez de que ser las autoridades las que lo decidan mediante cupos anuales. No sólo el envejecimiento de la población supone un riesgo económico para el país, sino que las consecuencias en la socialización de los hijos, al saberse éstos los reyes de la casa, son nefastas para la sociedad, según los expertos.

Un grupo de trabajo designado por el Gobierno estudia desde octubre las posibles fórmulas para revertir la controvertida política demográfica.

La natalidad ha comenzado a descender en algunas zonas urbanas, y se prevé que el envejecimiento de la población se convierta en un grave problema en el siglo XXI, cuando en China se alcancen los 1.500 millones de habitantes. Hoy son 1.200 millones.

Un mayor nivel educativo, la ambición por hacer carrera, el aumento de los ingresos y el ritmo de trabajo en las principales ciudades como Pekín, Shanghai o Cantón, ha llevado a muchas parejas a tomar la determinación de quedar sin descendencia.

La tasa de nacimientos en 1997 fue de 16,57 por 1.000, 1,67 puntos por debajo de la de 1992, y unos 14 puntos menos que la de los primeros 35 años de comunismo.

La ley actual obliga a los matrimonios de las ciudades a tener un sólo hijo, mientras que a las familias rurales se les da la opción de un hijo más, si el primero es una niña, ya que según la tradición la mujer deja su casa y pasa a la del marido cuando se casa.

La falta de recursos y la necesidad de mano de obra en el campo ha llevado a miles de familias rurales a deshacerse de las niñas recién nacidas, lo que ha generado un desequilibrio notable entre el nacimiento de varones y de hembras.

La única excepción a la regla son las más de 50 minorías étnicas, que para evitar su desparición no sufren límites a la hora de procrear.

En varias provincias se ha prohibido la realización de pruebas en mujeres embarazadas para determinar el sexo del feto, de forma que los padres no decidan antes del parto si quieren tener o no ese hijo. Sólo se permite ese tipo de pruebas en caso de embarazos de riesgo o de posibles enfermedades congénitas.

La política del hijo único ha evitado que nazcan en China, desde la década de los años 70, 200 millones de personas, según la Comisión Estatal de Planificación Familiar, pero también ha tenido como resultado un progresivo envejecimiento de la población.

El Ministerio de Trabajo prevé un total de 400 millones de pensionistas en el país para el año 2050, año en que según los expertos en demografía dejará de aumentar la población si se mantiene la política actual.