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Reportaje:

Renacer de entre las cenizas

Renacer de las cenizas. Esto es lo que ha hecho el Grupo Sabico, cuyo origen se encuentra en la desaparecida fundición Victorio Luzuriaga. El mérito es de Joaquín Elosegui, quien hace diez años presidía Victorio Luzuriaga, y que, tras la reestructuración de la fundición, decidió crear la empresa de servicios Sabico. Hoy, esta compañía donostiarra engloba a diez sociedades que cerraron el pasado ejercicio con una facturación de 9.723 millones de pesetas (58,4 millones de euros). "Sabico nació por carambola", asegura Joaquín Elosegui. En 1989, el grupo Victorio Luzuriaga, que tenía cuatro plantas, tuvo que afrontar un duro plan de reestructuración que afectaba a entre 600 y 800 trabajadores. "Había que achatarrar la planta de Pasajes", cuenta Elosegui. La dirección del grupo realizó un plan de bajas incentivadas con 4,5 millones de pesetas para cada trabajador afectado por el expediente. Más de un centenar de empleados aceptaron la oferta, pero todavía quedaban otros 700 por recolocar. "Se nos ocurrió crear una empresa invirtiendo 4,5 millones de pesetas por cada trabajador. La idea era crear una empresa de seguridad para ofrecer servicios a la propia Victorio Luzuriaga y a otras empresas", recuerda el ex presidente del grupo de fundición. La idea fue bien acogida por los operarios, pero nada más crearse Sabico, que nació con un capital de 10 millones, llegaron las ayudas de Gerencia Siderúrgica y los trabajadores optaron por las prejubilaciones y abandonaron el proyecto de Elosegui. Pese a todo, éste siguió adelante con su idea empresarial, compró la recién creada Sabico a Victorio Luzuriaga y comenzó la historia del grupo de servicios. El negocio empezó tímidamente ofreciendo servicios de seguridad. La facturación en 1991, por ejemplo, ascendió a 183 millones de pesetas. Entonces contaba con 15 personas en plantilla. Pero desde entonces, no ha dejado de crecer; ha disparado su cifra de negocios hasta los 9.723 millones de pesetas, su plantilla directa suma 174 trabajadores, pero mueve a un colectivo de 3.796 trabajadores a través de sus servicios de limpieza, seguridad y de los contratos que realiza a través de su Empresa de Trabajo Temporal (ETT). En su décimo aniversario, Sabico ya no es una pequeña compañía de seguridad, sino un grupo de ocho sociedades anónimas, dedicadas a ofrecer servicios de limpieza (Eclat Limpieza), mantenimiento (Eclat Mantenimiento), seguridad privada (Sabico), gestión de almacenes (Sabico Servicios Auxiliares y GDN), construcción (Neouville), organización de congresos (Izarlan) y una ETT (Bicolan Empresa de Trabajo Temporal). Y las previsiones son seguir creciendo. En este ejercicio, el grupo piensa aumentar un 15% su facturación y superar ampliamente la barrera de los 10.000 millones de pesetas. En concreto, el objetivo es cerrar el próximo mes de diciembre con una cifra de negocio de 11.177 millones de pesetas (67,1 millones de euros). El aumento de las cifras se sustenta en la estrategia que el grupo ha seguido desde su creación en 1989, la extensión como una mancha de aceite. Industria Pero además, en la cartera de proyectos de Sabico está la creación de una empresa industrial. "Hemos nacido de una industria con problemas y nos gustaría volver a este sector. Está en nuestros genes", dice Elosegui, para añadir que un negocio industrial daría mayor estabilidad al grupo, que cuenta con negocios sensibles al ciclo económico como las ETT y la ingeniería de seguridad. La sociedad Invesnor, que también preside Elosegui, controla las acciones de Sabico. El 80% de los 225 millones de pesetas a que asciende el capital social de Invesnor están en manos de los directivos de Sabico, que en una reciente Junta de Accionistas han decidido redenominar el capital a euros y ampliarlo mediante un split (desdoblamiento de acciones) que dará a cada accionista por cada 1.000 pesetas tres acciones con un valor nominal de 3 euros. El capital subirá así hasta los 337 millones de pesetas (2.025.410 euros).

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