LA CRÓNICA La sencillez GUILLEM MARTÍNEZ
Baix Empordà, últimas tendencias. A un camionero le dio por meterse en el casco urbano de Mont-ras y, ñaca, dejó el camión encofrado entre dos casas que ocupan el 50% del casco urbano de Mont-ras. Palamós, prosigue the misteriouse case of Palamós"shrimp: las gambas no acuden a las redes a la hora prevista, de manera que se pescan menos gambas de las previstas. O es un aviso de la naturaleza o asistimos al nacimiento del primer sindicato de gambas del mundo. En el pueblo de mis papás el cartero y la cartera han llegado a las manos. Ganó la cartera. Por KO. La crítica especializada señala que el encuentro fue espectacular. En Palafrugell se ha inaugurado la I Bienal de Fotografía Memorial Xavier Miserachs. Voy a verla. En Palafrugell, por cierto, a los árboles les da por polinizar copiosamente, de manera que todo se llena de polen y mis primeros minutos en Palafrugell son como los primeros minutos en Amarcord. Es decir, en casa, es decir, donde el pasado. La "vía Miserachs". El acto tiene su cosa. Me refiero a lo de Miserachs. Aunque lo de los árboles y el polen, pues también. Uno avanza por la nieve de polen y cae en que es primavera y hasta a los árboles se les ven las ideas. Bueno. Lo de Miserachs consiste en una serie de expos en diversos locales de Palafrugell sur mer. Fotos de Miserachs, fotos de compañeros de viaje y fotos de señores y señoras que hacen fotos. Xavier Miserachs es un fotógrafo que se parece a eso de los árboles y el polen en que es aparentemente sencillo. La sencillez es uno de los barroquismos más complicados. La obra de Miserachs la conozco a partir de tres libros sencillos en apariencia: Barcelona en blanco y negro (1965), Costa Brava show (1966) y Fulls de contactes. Memòries. (Edicions 62, 1998). Este último no es un libro de fotos, que son unas memorias al uso, muy poco al uso, por cierto. Por ejemplo, son convocados dos temas que raramente aparecen en unas memorias pensinsulares, a saber, el dinero y el fracaso. Se ha de ser muy sencillo, es decir, muy astuto, para atreverse a ello. Independientemente de la obra de un autor, a veces pesan en tus preferencias ciertas conexiones cósmicas con ese autor. Supongo que, aparte de su poética de la sencillez, a mí me gusta Miserachs por otras razones extraartísticas, como su amor desmesurado por el tabaco, la elaboración y praxis de una teoría sobre el Empordà con juego de piernas, su odio a la pijería masculina, o su apasionamiento por las pijas, algo que comparto hasta sus últimas consecuencias. Es más, cuando yo veo una pija, por ejemplo, en vez de ver una hija del rajá, veo la raja de..., etcétera. Una fotografía. En la expo del Museu del Suro, donde se expone la obra de Miserachs, predominan las fotografías de Costa Brava show. Retratan un momento mágico muy bien dibujado, por otra parte, en sus memorias: el nacimiento de la Costa Brava. Principios de los años sesenta. La pijería catalana empieza a dejar de veranear en La Garriga o L"Ametlla y descubre el Empordà que hay más allá de S"Agaró, ese extraño Beverly Hills costero. El Empordà, una de las regiones más cosmopolitas de la Península desde hace un par de siglos, descubre paralelamente a todo ello el boom del turismo internacional, chicos y chicas europeos que se mezclan con chicos y chicas ampurdaneses y pijos y, guau, pijas, y que hacen cosas muy raras de cintura para arriba y de cintura para abajo. En unos cuantos kilómetros cuadrados se produce, coincidiendo con el verano -a su vez, algo atrozmente espectacular y sencillo-, el nacimiento de miles de vidas individuales que descubren la libertad y la rareza de la sencillez en un país asquerosamente gris, triste, gregario, cerrado, el país que Miserachs retrata en Barcelona en blanco y negro. Las fotos de Miserachs muestran esos veranos perdidos, donde los jóvenes duermen la mona en la playa al lado de las abuelas que no entienden nada y bajan a la playa a fregar los platos, o donde los jóvenes descubren el colmo y el mayor misterio de la sencillez, que es la juventud. Hay una foto que, en ese sentido, impresiona más que las demás. Se trata de una fiesta en una discoteca. Un grupo de jóvenes vestidos de beat están sentados en el suelo de una discoteca. Son tantos que no dejan ver el suelo. Fuman. Bromean. Están perplejos. Los chicos miran a las chicas y, quizás por primera vez, las chicas miran a los chicos y sonríen. Es la disco Tiffanys, la primera disco de la Península, la primera en la que la música impedía hablar, la primera en la que, entre canción y canción, no se producían silencios. Los chicos y las chicas no entienden nada porque están por primera vez en un sitio. Es la foto de una primera vez, algo que ocurre muy pocas veces. Es, por tanto, una foto aparentemente sencilla, como el polen.
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