Primer pulso PP-PSOE desde las generales
Los resultados en las diputaciones y municipios vascos y navarros marcarán el proceso de paz
El PP y el PSOE se miden hoy por vez primera en una confrontación de ámbito nacional desde la victoria popular del 3 de marzo de 1996, que dió el Gobierno a José María Aznar, y a menos de un año de las próximas elecciones generales. En estas condiciones, el resultado de la triple confrontación de hoy -europea, municipal y autonómica- se interpretará en clave de elecciones primarias a las generales, sobre todo el voto al Parlamento Europeo (PE). Todo apunta a que no habrá un vuelco espectacular en el mapa de más de 8.000 municipios españoles y en las 13 de las 17 autonomías en las que se celebran comicios. Y por segunda vez en siete meses, el resultado en el País Vasco, la correlación de nacionalistas y no nacionalistas en municipios y diputaciones, marcará el rumbo del proceso de paz. Las elecciones europeas tendrán poco que ver con las celebradas hace cinco años, en las que el electorado socialista castigó a su partido con la abstención -un 40% de votantes no acudió a las urnas- por la marea de escándalos y acarreó una rotunda victoria del PP sobre el PSOE de casi 10 puntos de diferencia (40,2% frente al 30,67%).
En esta ocasión, la triple confrontación animará a más votantes a acudir a las urnas. De su importancia y de la inevitable interpretación de primarias de las generales dan muestra la inusitada participación del presidente del Gobierno, José María Aznar, en una docena de mítines, la reaparición en la vida política del ex presidente socialista Felipe González y el alto grado de confrontación a lo largo de la campaña.
Pero el resultado de las europeas tendrá una doble interpretación. Si el referente son las anteriores, celebradas hace cinco años, el PSOE puede dar por cantado su avance relativo, porque acortará con toda probabilidad los casi 10 puntos en que resultó superado por el PP. Sin embargo, si el referente son las últimas elecciones generales su reto es más difícil. Entonces, el PP sólo superó al PSOE en 1,3 puntos (38,85% frente al 37,48%).
El carácter de primarias con que el PP ha teñido la campaña augura que ése será su referente. Al PSOE también le servirá de referencia en clave interna para iluminar la figura de su candidato a las generales. Precisamente la polarización electoral entre el PP y el PSOE puede perjudicar a Izquierda Unida (IU).
En cuanto a las municipales, todo apunta a que no habrá un vuelco electoral, como el de 1979, que abrió las principales alcaldías al pacto de izquierda, o el de 1995, que inclinó la balanza hacia el PP.
Los populares tienen complicado mantener un listón que colocaron tan alto en los comicios de 1995. Lograron entonces 3.422 alcaldías frente a las 2.414 conseguidas por los socialistas. IU obtuvo 176; CiU, 620; PNV, 150; Bloque Nacionalista Galego (BNG), 13, y 1.224 los independientes. El PP se alzó también con 41 de las 50 capitales de provincia; el PSOE, sólo con cinco y los nacionalistas con las cuatro restantes. El PSOE aspira a arrebatar a los populares varias capitales, en algunos casos con ayuda de IU y de los regionalistas, si estos partidos no se hunden por la bipolarización.
Algo parecido sucede en las elecciones en 13 de las 17 comunidades autónomas, las de vía lenta. El PP gobierna en 10 de las 13; el PSOE en dos, y los nacionalistas canarios en una, aliados a los populares. El PSOE aspira a recortar el poder autonómico del PP, arrebatándole el gobierno en al menos dos de las 10 autonomías que controla.
El País Vasco vuelve a estar en el punto de mira en estos comicios por el reto de sus partidos nacionalistas que, unidos en el Pacto de Lizarra, pretenden constituir una Asamblea de Municipios vascos con alcaldes y ediles nacionalistas. Euskal Herritarrok (EH) plantea esa asamblea como contrapoder a los parlamentos vascos y navarro. Desde esta visión, los resultados en las tres capitales vascas -hoy sólo San Sebastián está gobernada por un no nacionalista, el socialista Odón Elorza- son claves. El PP aspira con posibilidades a gobernar Vitoria con el apoyo del PSOE.
Pero es aún de mayor trascendencia lo que suceda en la Diputación de Álava. Una victoria no nacionalista además de inédita en la autonomía vasca condicionaría la política del Gobierno regional por ser las diputaciones forales la fuente de sus recursos económicos.
La correlación de fuerzas entre nacionalistas y no nacionalistas (situada en el 55% de los primeros frente al 45% de los segundos en las autonómicas de octubre) que arroje los resultados de hoy influirá también en el diálogo del Gobierno con ETA. Un resultado abrumador a favor del nacionalismo fortalecería a la banda terrorista en una mesa de negociaciones. Y viceversa.
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