Ciudad en tinieblas
, Sasa, un enorme soldado serbio con una cicatriz que le acentúa su aspecto feroz, llegó anoche hasta la ventanilla del Café Mediterráneo en la calle principal de esta fantasmagórica capital de Kosovo. "Pivo", ordenó al joven camarero, y cuando fue informado de que no había cerveza masculló algo y aceptó a regañadientes un refresco de naranja. Se sentó al lado de sus bolsas y miró su reloj. Minutos más tarde se le juntaron otros cuatro soldados armados de flamantes fusiles AK-47. Todos llegaron con bolsas y bultos. Obviamente, esperaban que les recogiera un vehículo para llevarlos hacia el norte en nueva travesía a la derrota y la humillación. Ninguno hablaba más que serbio. Pero no era necesario ser políglota para comprender cuando se les preguntó acerca de América, Francia, el Reino Unido, Italia o España. Sus manos se encargaron de expresar sus opiniones más obscenas. Sasa sí que sabe una palabra de inglés. Cuando se le preguntó sobre Rusia dijo: "Fuck Yeltsin!". Los últimos soldados serbios que quedan en Pristina se mueven a pie. Esperan pacientemente que lleguen autobuses militares o civiles para sacarlos de la provincia antes del vencimiento del plazo para el total repliegue de tropas y policías yugoslavos en 10 días más. Los policías especiales, vestidos de azul, son menos comunicativos. Ignoran a cualquier extranjero que se les acerque para iniciar una conversación. Son los temibles agentes a quienes se les acusa de las peores atrocidades. No lejos del Grand Hotel de Pristina, uno de estos policías ladró una orden a un grupo de periodistas. "¡Lárgense!". En la distancia sonó un disparo. Luego una ráfaga de ametralladora, luego otra y otra. Al caer el sol, en Pristina nadie se atreve a salir de sus casas. La ciudad está a punto de cambiar de manos y vive noches de caos. "Aquellos ventanales", dijo un residente apuntando a una pequeña calle comercial, "no fueron rotos por las explosiones de esta guerra; los rompieron los saqueadores. Son los dueños de la noche".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.