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En Estrasburgo, tras la estela de Jacques Delors y Felipe González

Europa es hoy un escenario de crisis institucional, marcado por la pasividad de la eurocámara, la renovación de la Comisión y la lentitud de las reformas pactadas en el Tratado de Amsterdam. Raimon Obiols, candidato socialista al Parlamento Europeo, recoge en el libro de reciente publicación Patria Humana (ediciones Flor del Viento) algunas de sus ideas sobre Europa y encara la legislatura con el reto de recuperar el lideraje de la izquierda en la Unión Europea (UE). A criterio del dirigente socialista, la derecha europea se encuentra pinzada entre la moderación del capitalismo compasivo -según la formulación de los nuevos republicanos en Norteamérica- y la vuelta al modelo neoliberal del thatcherismo. En este contexto, la incertidumbre que provocan en Alemania los sucesores de Helmut Kohl está empujando al grupo liberal de la UE -en el que se encuadra CiU- a posiciones renacionalizadoras. Renacionalización es sinónimo de euroescepticismo; ambos conceptos forman una mezcla que está siendo muy mal digerida estos días por Unió Democràtica (UDC), defensora de una opción genéricamente europeísta y moderada, contenida en el llamado capitalismo renano, en referencia al modelo democristiano del CDU alemán. "Esta contradicción muy visible entre lo que dice el secretario general del CDC y los planteamientos de Unió ha provocado que los segundos acusen de demagógico a su propio candidato, Pere Esteve", afirma Obiols. El euro, raíl de una Europa políticamente articulada, será también el mejor lenitivo para la Yugoslavia ensangrentada y dividida. Obiols es partidario de la creación de un Estado asociado en los Balcanes y de la entrada de Serbia, Montenegro, Bosnia y Croacia en la moneda única, utilizando para ello una vía de apremio y sin pasos intermedios, como el libre comercio ( EFTA) y el protocolo de la Agenda 2000, exigido a Polonia, República Checa, Hungría y otros. El inminente desenlace bélico desvela la verdad de los Balcanes: el retorno de un millón de albanokosovares, las urgencias humanitarias de la llamada tiendanópolis -auténticas megalópolis de tiendas de campaña en las fronteras albanas y macedonias-, la autocracia de Belgrado y la dificultad que conllevará reunir el billón de pesetas destinado al Plan Marshall, que se destinará a la reconstrucción civil, según la cifra establecida por el presidente de la Comisión de Bruselas, Romano Prodi. Una vez caracterizada la situación, Obiols propone la euroización de las repúblicas balcánicas de un modo similar a la dolarización llevada a cabo por Argentina y extensiva al inmediato futuro del Cono Sur latinoamericano. "La importancia psicológica para la democratización de la zona de que los ciudadanos kosovares y serbios lleven euros en los bolsillos es un argumento irrefutable", afirma el candidato socialista. Con todo, el momento de la verdad tiene mucho más que ver con la seguridad que con la moneda: "Las fuerzas internacionales de 40 países que pacificarán Kosovo deben ser substituidas rápidamente por una fuerza de paz de la UE". Obiols añade que el cambio de actitud británica, impulsada por Tony Blair, hace posible a corto plazo la constitución de una entidad europea de defensa. Respecto al modelo de crecimiento en el interior de la UE, los socialistas han modificado su discurso tradicional de defensa de la cohesión tal como fue defendido por el primer ministro francés Lionel Jospin en la cumbre extraordinaria de Luxemburgo dedicada al empleo. Correlato de la disminución del nivel de paro, el grupo socialista socialista vindica ahora un discurso basado en el aliento al crecimiento sostenible y fundamentado en una política de equilibrio macroeconómico del Banco Central Europeo. Este escenario es perfectamente compatible con las políticas activas y educativas encaminadas a los llamados nuevos yacimientos de empleo, pero no sólo en el sentido de formación productivista -adecuación del sistema educativo a la demanda laboral- "sino mucho más de formación integral", reclama Obiols. A ello se añade la inviabilidad histórica de las políticas de pleno empleo -"estamos muy lejos del fordismo"-, que coloca el programa socialista ante el reto de la innovación con fórmulas como la apuesta por el trabajo a tiempo parcial -"que no significa precariedad"- realizada en Holanda. Obiols reclama el papel de los lobbys en el sentido europeísta del término: "En Estrasburgo, coincidiremos una serie de personas que estamos en la estela dejada por los planteamientos realizados por dirigentes como Jacques Delors y Felipe González" . Es la apuesta del socialismo europeísta, enhebrado en las filas de la Fundación Nôtre Europe -su impulso germinal se debe al mismo Delors- y, en el caso de Obiols, encaminado a reforzar la política mediterránea entendida como un esfuerzos para unir las dos riberas, norte-sur. Sea cual sea el resultado, Obiols no llega de vacío; preside desde hace años el Comité Mediterráneo de la Internacional Socialista y mantiene vínculos políticos y personales con miembros del Gobierno de Marruecos, así como con los líderes socialistas de Argelia y Túnez.

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