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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Pronóstico reservado

El laborioso acuerdo alcanzado entre los pilotos y la dirección de Iberia despeja el riesgo de huelga que planeaba sobre el transporte aéreo español en el inicio del verano, época de mayor afluencia de viajeros a las zonas turísticas. No es poca cosa teniendo en cuenta el caos que han vivido los aeropuertos, pero aún estamos lejos de resolver el problema. El enfermo ha salido de la UVI, pero el diagnóstico sigue siendo de pronóstico reservado. Para los usuarios del transporte aéreo que sigan volando los aviones de Iberia es, por elemental que parezca, la mejor noticia que se les podía dar.La firma del convenio colectivo de los pilotos, después de una negociación salpicada de rupturas y de paros reales o encubiertos, abre la posibilidad de que el transporte aéreo entre en una senda de normalización. Podrá comprobarse hasta qué punto la actitud de los pilotos previa al acuerdo era responsable del desbarajuste. Le toca al Gobierno, y especialmente a los ministros de Industria y de Fomento, tomarse en serio los problemas de un sector caracterizado por el mal servicio al cliente y en el que los retrasos y las cancelaciones de vuelos se han hecho consustanciales a su forma de operar. El desbarajuste se ha extendido a los aeropuertos recién estrenados, como el de León. El primer avión que despegó de su pista lo hizo con retraso ante la presencia del ministro Rafael Arias-Salgado, que no se inmutó.

La actitud del Gobierno ante el parte diario de cancelaciones y retrasos de vuelos no puede seguir siendo la de pedir calma y paciencia a quienes los sufren. El presidente Aznar, habituado a solemnizar lo obvio, anunció hace semanas en el Congreso que había dado instrucciones precisas para resolver el problema. Una de dos: o no eran tan precisas (vale decir eficaces) o no se le hizo gran caso. Porque el tráfico aéreo ha seguido rozando el desastre. Y no podía ser menos a la luz del diagnóstico que hace el ministro de Fomento. Arias-Salgado entiende que ningún problema del transporte aéreo español reside en la organización aeroportuaria, "ya que los aeropuertos españoles funcionan correctamente". Se trata de una variante de su conocida teoría de las "concausas", mayoritariamente de origen exterior: el nuevo reparto del espacio aéreo hecho por Bruselas, los corredores reservados a la OTAN a cuenta de la guerra de Yugoslavia, los caprichos meteorológicos... Nada, en fin, que sea atribuible a su ministerio.

El ministro encuadra las cancelaciones de vuelos y los retrasos, el desprecio y la desinformación de los viajeros y, en definitiva, la ausencia de un servicio de transporte aéreo digno de un país desarrollado, dentro de un "funcionamiento correcto" de los aeropuertos españoles. Si alguien con autoridad no corrige esa apreciación o, lo que sería peor, si el Gobierno se fía de ella, es de temer que los problemas del transporte aéreo sigan amargando la vida de los ciudadanos. Aunque terminen la huelga de pilotos y la guerra en Kosovo.

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