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Pre-Textos

Miguel Ángel Villena

MIGUEL ÁNGEL VILLENA Hace unos 20 años un par de Manolos, apellidados Borrás y Ramírez, emprendieron una aventura editorial que en aquellos tiempos de transiciones, luchas ideológicas y certezas universales sonaba a inclasificable. Apuestas arriesgadas, recuperación de escritores malditos, defensa de todo tipo de disidentes y una línea alejada de modas y de convencionalismos fueron marcando un catálogo que siempre acaba por convertirse en la auténtica tarjeta de presentación de una editorial. Desde el centro de la verdad o desde el ombligo de este país, los editores de Pre-Textos fueron contemplados entonces como unos raros y periféricos ilustrados. Un concepto de periferia que no sólo apuntaba a la geografía, sino sobre todo a las opciones culturales. En cualquier caso, los Manolos de Pre-Textos siempre fueron colocados en los márgenes de una sociedad que, mientras pasaban los años, dilapidaba muchas de sus energías en estériles polémicas lingüísticas, en culturas de escaparate o en provincianismos ramplones. Entretanto, estos editores abrían el foco de sus intereses hacia los grandes nombres de la literatura europea (desde Stendhal a Schopenhauer) o de las letras españolas (desde Rafael Alberti a Juan Gil-Albert) sin olvidar la irrupción de jóvenes como Andrés Trapiello o Miguel Sánchez Ostiz. Una vez más y por desgracia, el definitivo reconocimiento de una labor cultural llegó desde fuera. En 1997 muchos paisanos descubrieron, a partir de la concesión del Premio Nacional de Edición, que en el castizo barrio de Russafa tenía su sede la editorial Pre-Textos. Muy lejos de los dictados y de las imposiciones del mercado, la editorial valenciana ha seguido manteniendo un catálogo que apela a las piezas de artesanía que se niegan a entrar en el engranaje de la producción en serie. Durante estos días, cuando el negocio pesa mucho más que la cultura en las enormes avenidas de la Feria del Libro de Madrid, encontrarse con la caseta de Pre-Textos en el Retiro significa reconciliarse con los libros como objetos de artesanía.

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