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"No pactar"

DE PASADAHay actos, momentos y discursos que enaltecen el espíritu. Sin duda, y al margen del apoyo que pueda representar para IU, la conferencia del premio Nobel de Literatura de 1998, José Saramago, el lunes en la facultad de Filosofía y Letras de Córdoba, alcanzó esa cota tan sólo reservada a los geniales. Rosa Aguilar, candidata de Izquierda Unida al sillón municipal, estaba radiante. Toda una personalidad, por no decir un personaje, que tiene más sustancia pero también otras connotaciones, se desplazó hasta Córdoba para apoyar su apuesta por la alcaldía. El salón de actos de la facultad estaba repleto de público. Lleno en asientos y pasillos. La mayoría eran estudiantes, pero también se pudo ver a una audiencia adulta, heredera del mayo del 68, a la que el literato interpeló con dureza: "¿Dónde quedaron los sueños? ¿Dónde, los porqués no contestados?". El salón de actos puesto en pie recibió al premio Nobel, que entró acompañado por su esposa, Pilar del Río, y por la cabeza de lista de IU. Discretamente, la mujer del escritor ocupó un asiento en la primera fila y evitó subir al escenario. Allí, el decano, José Clemente, y su segundo, Pedro Ruiz, hicieron los honores dándoles la bienvenida. Tras la intervención de Aguilar, que repasó los aspectos culturales de su programa, tomó la palabra Saramago. Calmado, sin prisas, con un lenguaje sencillo que cualquier niño habría entendido, explicó cuál era la motivación de su vida. El Nobel reflexionó sobre el capitalismo, pero también sobre los "socialismos pervertidos". Saramago apenas si tuvo unos guiños a la presencia de la candidata. Su conferencia no fue un mitin, sino una profunda reflexión sobre la sociedad y el hombre. Una voz clamando en contra del pensamiento único, del consumismo, y de eso de que el dinero todo lo puede. Y una apelación a los políticos presentes: "No hay que ser más de izquierdas, sino mejor izquierdas". Para terminar, sentenció de una manera que algunos quisieron interpretar de forma literal, aplicándolo a los posibles acuerdos poselectorales: tras hablar del hombre, del poder económico y del abandono de los ideales, concluyó: "No pactar, no renunciar, decir no y preguntarlo todo". Al finalizar, el escritor se fundió en un abrazo con Rosa Aguilar, mientras recibían un baño de aplausos. En ese momento, los espíritus ya volaban entre las nubes. ANTONIO FERNÁNDEZ

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