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Reportaje:

El listón de la supervivencia

Unión Valenciana surgió de un conflicto. El partido regionalista es el resultado de la fusión de los sectores conservadores implicados en la denominada Batalla de Valencia. En las elecciones autonómicas de 1983 existe una Unió Regionalista Valenciana que acude a las urnas en coalición con Alianza Popular y otros grupos, que han terminado desembocado en el actual Partido Popular. Unión Valenciana como tal se constituye poco después. Del mismo modo que los restantes partidos regionalistas surge a partir de los problemas que arrastrarron los partidos conservadores desde la desaparición de Unión de Centro Democrático. Vicente González Lizondo era el representante natural de una formación inclinada a la derecha y muy vinculada a una forma de entender la identidad nacional desde la ciudad de Valencia. La primera cita de UV con las urnas se produce en las elecciones generales de 1986, cuando los regionalistas suman cerca de 64.000 votos, concentrados en la provincia de Valencia. Miguel Ramón Izquierdo, último alcalde franquista de Valencia, se convirtió en el primer diputado nacional de los regionalistas al sumar unas decenas de votos más que el candidato de Esquerra Unida. Los regionalistas consolidaron su presencia en las elecciones municipales y autonómicas de 1987. UV entró en las Cortes Valencianas con cerca de 175.000 votos y un porcentaje de apoyo electoral superior al 9%, una vez más concentrado en la provincia de Valencia, donde el apoyo ascendía al 15%. Los porcentajes fueron ligeramente inferiores en los comicios municipales y europeos celebrados en la misma fecha, pero superiores al 7%. González Lizondo se ganó una foto para la historia cuando dejó una naranja en el escaño de Felipe González, después de las elecciones generales de 1989. UV duplicó los resultados obtenidos en 1986 para elegir a los diputados nacionales, pero los regionalistas siempre sufren un ligero descenso en las elecciones generales con respecto a las municipales y autonómicas y no llegaron al 7% del voto. La naranja que González Lizondo plantó en el Congreso dio frutos. Los regionalistas lograron sus mejores resultados en las elecciones municipales y autonómicas de 1991. González Lizondo estuvo a punto de convertirse en alcalde de Valencia. Rita Barberá sólo consiguió un concejal más que los regionalistas y el pacto natural entre los dos partidos conservadores desplazó a los socialistas del gobierno. Héctor Villalba se estrenó como cabeza de cartel en las elecciones autonómicas y se convirtió en portavoz de un grupo que contaba siete escaños. UV había superado los 200.000 votos y había obtenido el respaldo de más de un 10% del electorado. Las elecciones generales de 1993 supusieron un notable descenso, incluso en relación con la convocatoria precedente a las Cortes Generales. Pero los regionalistas salvaron el escaño. UV acudió a las elecciones europeas de 1994 en una coalición encabezada por el PNV. Los resultados fueron inferiores a los obtenidos en la convocatoria de 1989, pero los regionalistas lograron presencia en el Parlamento Europeo, aunque temporal. Los nacionalistas vascos se reservaron un escaño en Estrasburgo y el resto de aliados se repartieron por meses la segunda plaza. La pugna entre populares y socialistas centró las elecciones autonómicas de 1995 y los regionalistas llegaron a temer por su presencia en las Cortes. El padre fundador de UV decidió encabezar personalmente la candidatura a la presidencia de la Generalitat. El denominado efecto Lizondo debía permitir a los regionalistas salvar con holgura el listón del 5% exigido para acceder a las Cortes. La candidatura municipal de Valencia recayó sorprendentemente sobre Juan Vicente Jurado en virtud de una decisión personal de González Lizondo que anticipaba serios problemas de convivencia en el seno de la familia regionalista. UV logró 180.000 votos en las elecciones autonómicas, poco más de un 7% del censo, y constituyó un grupo de cinco escaños que se convirtió en clave para la gobernabilidad de la Comunidad Valenciana. Pero sufrió un serio varapalo en la ciudad de Valencia, donde pasó de siete a sólo tres concejales. El tradicional granero de votos de los regionalistas resultó seriamente dañado. En las elecciones generales de 1996, cuando los populares arrebataron el control del Congreso a los socialistas, el único escaño de UV parecía peligrar más que nunca. Sin embargo, los regionalistas arrastraron cerca de 90.000 votos y lograron salvar su presencia de ámbito estatal. UV ha atravesado diversas convulsiones desde entonces. González Lizondo fue expulsado del partido a raíz del enfrentamiento desatado entre Társilo Piles y Vicente Ferrer por el control de la presidencia provincial de Valencia. El choque desembocó en una posterior escisión. UV perdió al presidente de las Cortes hasta la muerte de González Lizondo, a un senador regional y a su único representante en el Parlamento Europeo. Posteriormente abandonarían la familia dos de los tres concejales de Valencia. Los actuales responsables del partido han intentado ofrecer una imagen más moderna, más próxima a las formaciones nacionalistas vasca o catalana, y menos vinculada al arbitrio personal del máximo responsable. Ahora afrontan su primer compromiso electoral sin González Lizondo. Han ganado en implantación territorial, sobre todo en la provincia de Alicante. Pero la reválida del 5% se ha convertido en el listón de su supervivencia. Por eso piden el voto, Ahora, más que nunca.

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