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Entrevista:

Catedrático de Ciencia Política de la UAB

¿Son suficientes los actuales mecanismos de control del poder en el ámbito municipal? R. Los casos de corrupción en los ayuntamientos no se deben exagerar. Si distinguimos lo que es corrupción de otras prácticas indeseables (como el autoritarismo de algunos alcaldes, algunos episodios de transfuguismo, etcétera), hay que decir que nuestro mundo local es hoy uno de los sectores más sanos del sector público. Los mecanismos de control de la gestión pública son muy lentos; ello se hace más grave en el mundo local, ya que no es fácil supervisar la actuación de los cerca de 9.000 municipios españoles (o los más de 940 catalanes). El mejor mecanismo de control es la supervisión política por la oposición y, en último extremo, la sanción por la opinión pública. ¿Los alcaldes bajo sospecha deben renunciar sin esperar una sentencia condenatoria? R. No. La hipótesis de un automatismo entre el surgimiento de alguna sospecha o acusación y la renuncia de un alcalde sería letal, pues sería muy fácil eliminar a un edil. El caso de Demetrio Madrid, el primer presidente de Castilla y León [que renunció por acusaciones de las que luego fue absuelto], debería hacernos meditar. ¿La limitación de los mandatos de los alcaldes ayudaría a eliminar casos de corrupción? R. Al contrario: una regla rígida de limitación de mandatos podría potenciarlas. En México, donde las reglas de limitación de mandatos son muy rígidas, hay un amplio consenso acerca de que esas conductas se ven estimuladas por la imposibilidad de la reelección, ya que el gobernante dedica su último mandato a preparar su futuro.

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Amarrados al sillón del consistorio
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