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Tribuna
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Por qué va a ganar la izquierda en Madrid

Los autores, vinculados a partidos de izquierda, ofrecen claves para vencer en las elecciones

El próximo día 13 de junio se celebrarán las elecciones municipales, autonómicas y europeas. La derecha en el poder municipal en el Ayuntamiento de Madrid se inquieta ante las encuestas que ella misma ha encargado y que esta vez le dan una victoria electoral por los pelos, tras haber contado en las dos últimas convocatorias con una cómoda mayoría absoluta. En la Comunidad de Madrid la situación parece resultarle más confortable, contando con que la "suficiencia" de Alberto Ruiz-Gallardón será tan efectiva en las urnas como lo es en la publicación de sus logros reales (la ampliación del metro) o ficticios (la financiación del AVE Madrid-Valencia). Si no se ha lanzado antes a la conquista de los espacios publicitarios con una precampaña de corte clásico, ello se debe a la comodidad con la que supuestamente encara las elecciones a la Comunidad Autónoma y al deseo de que nada se mueva en el entorno del Ayuntamiento, muerta de miedo como está por el efecto nefasto que las apariciones públicas de José María Álvarez del Manzano pudieran provocar.La izquierda tampoco ha realizado ninguna precampaña digna de tal nombre para el Ayuntamiento y sólo muy tarde la ha comenzado para la Comunidad Autónoma. Aquí el comportamiento parece estar dictado también por terrores nocturnos: miedo a ganar, incredulidad por la posibilidad de la victoria y una cierta dosis de resignación. De modo que así nos encontraríamos con una situación clásica de película del Oeste en la que nadie se atreve a desenfundar, por miedo a perder ventaja o por pánico a comprobar cuáles son las propias fuerzas y posibilidades.

Los días van transcurriendo y el electorado de izquierda echa de menos una presencia más continuada y ubicua de sus candidatos, mucho más cuando, como en el caso de Cristina Almeida y Fernando Morán, se trata de personas muy conocidas y altamente valoradas, aunque, por ahora, inéditas para un amplio espectro social en sus condiciones respectivas de presidenciable y alcaldable. Y esto resulta especialmente chocante en una campaña en la que la presencia de ambos, con el plus personal que aportan, ha hecho pasar las marcas de sus partidos a un segundo plano.

Se da así la paradójica situación de que en la izquierda reina el escepticismo y falta la convicción necesaria para echar el resto ante las elecciones del 13 de junio, justamente cuando la victoria en el Ayuntamiento de Madrid está al alcance de la mano y la de la Comunidad de Madrid se hace cada día más próxima. Las encuestas dan una brusca caída de la intención de voto por Álvarez del Manzano, que pasa de haber estado en niveles cercanos al 54% a sólo superar, raspando, el 50%, lo que apunta a un rápido deterioro de su posición.

Y es que la "política de obras" del edil del Partido Popular va a terminar por costarles a ambos muy caro en términos electorales. Desde hace un año, Madrid y su ya de por sí complicada circulación se debaten entre las innumerables e innecesarias repavimentaciones de las calles del centro, el descuido de los barrios periféricos, la suciedad cada vez más manifiesta y las salidas de pata de banco de un alcalde que ya se ha convertido en extremadamente impopular, incluso entre las filas y los votantes del Partido Popular. Todo lo dicho no es que resulte precisamente nuevo, pero sí parece haber alcanzado ese estado de "transición de fase" en que incluso algunos de los votantes que en el pasado parecían más incondicionales se tornan desafectos y terminan o bien absteniéndose o bien pasando al campo contrario. En el Partido Popular lo saben y no han podido reprimir los síntomas de la inquietud que les corroe en este momento: forzando la sustitución de buena parte de los antiguos concejales por caras nuevas; llevando a los primeros puestos de la lista, contra la voluntad del alcalde, a los que tienen un currículum más centrista o haciendo pública esa lista cuando el alcalde se encontraba de viaje por Venezuela.

Si a eso se añade que Ruiz-Gallardón no es considerado como suyo por una parte del PP y del electorado más conservador, se comprende que el Partido Popular se encuentre ante dificultades que le son nuevas y, naturalmente, preocupado en grado sumo. Pues el día 13 de junio podría darse una fuerte abstención de sectores de derecha que, además de rechazar a Ruiz-Gallardón, tampoco le reconocen autoridad ni fuste a José María Álvarez del Manzano; y también con la desafección de sectores de centro a quienes el actual alcalde se les hace ya insufrible.

En la batalla por la Comunidad, Ruiz-Gallardón ha encontrado en Cristina Almeida un contrincante mucho más difícil de batir de lo que podría haber pensado inicialmente, al no poder responder con "hechos" -como le gusta decir a él- al desequilibrio territorial y la desatención social que su pasión por las tuneladoras ha provocado en la Comunidad de Madrid.

Otro elemento nuevo y favorable para la izquierda es la renovación de candidatos, que hasta ahora los partidos no han sabido o querido aprovechar a fondo. No sólo se trata de que Morán y su equipo, por un lado, y Cristina Almeida, por otro, supongan un cambio capaz de provocar un vuelco electoral en Madrid: que la lista de Izquierda Unida vaya encabezada por Inés Sabanés, una mujer nueva y con fuerte atractivo político, favorecerá la movilización de parte de los votantes de extrema izquierda, del voto de muchas mujeres y de sectores especialmente marginados. Además, la cuasi certeza, bien que no materializada en un acuerdo rubricado por ambas partes, de que si la izquierda suma más concejales que la derecha habrá un gobierno conjunto da mucho más ánimo y confianza al electorado de izquierda. De modo que, resumiendo:

1. La presión por el cambio de alcalde se expresa con muy diversos síntomas, y uno de los más importantes es el de la intención creciente de concentración del voto. O, dicho con palabras menos delicadas, de voto útil. Y es que votantes muy alejados del PSOE por los acontecimientos que llevaron a éste a perder el poder están pensando en votarle de nuevo, o por primera vez, en las elecciones municipales que se avecinan.

2. Un desgaste del electorado tradicional de Álvarez del Manzano, al que hay que sumar los problemas existentes entre Ruiz-Gallardón, por una parte, y el alcalde y el PP por otra, lo que abre una grieta abstencionista en el electorado de derechas.

3. La existencia de una enorme bolsa de electores que habitualmente se abstienen en las elecciones municipales y que votan izquierda en las generales. Esta bolsa, concentrada en los barrios populares y en algunos pueblos, se puede estimar en una cuantía de entre 150.000 y 200.000 votos. Hay un diferencial de participación de hasta 7,8 puntos entre los distritos y barrios afines a la derecha y los de la izquierda.

4. El sector de nuevos votantes (113.675 en el Ayuntamiento de Madrid), jóvenes y ajenos a la figura de un alcalde insolidario, al que sus formas de diversión y la cultura en general le producen erupción cutánea. Y ésta puede ser una nueva fuente de votos para la izquierda.

Ahí están las claves para obtener una victoria, y por eso está claro que, para aprovecharse de los dos últimos factores, la izquierda necesita hacer algo más: movilizar a sus propios electores y conectar con el electorado joven, y ésta es precisamente la asignatura que la izquierda tiene, tan avanzado el calendario, todavía pendiente, a pesar de que la aparición de plataformas ciudadanas (99 Razones para Cambiar de Alcalde, Club de Debates Urbanos, Asociación de Artistas Plásticos, etcétera) le esté facilitando la tarea.

Hay que insistir una y otra vez en la importancia de esta factor: para ganar, la izquierda tiene que movilizar a su electorado, seguir desgastando a Manzano y a Ruiz-Gallardón y llegar a los jóvenes, y para esto cuenta con buenos y bien conocidos candidatos: Fernando Morán y su equipo (Cristina Narbona, Matilde Fernández, Isabel Vilallonga), al Ayuntamiento, y Cristina Almeida, a la Comunidad Autónoma; y otros poco conocidos pero con gran potencial, como Inés Sabanés. Pero si no los deja ver con más asiduidad, con las campañas coordinadas y lanzando mensajes claros que permitan identificar el cambio de personas, ideología, programas y comportamientos, realizando una campaña en las calles y transmitiendo la convicción de la victoria, los candidatos pasarán por el día 13 de junio impolutos y cansados pero estériles.

Juan Ignacio Crespo, J.M. Benítez de Lugo y Enrique del Olmo son miembros de la Asociación No Nos Resignamos.

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