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El día en que Javier Torres dejó de andar

Un adolescente que quedó tetrapléjico durante un viaje munincipal pide 200 millones de indemnización al Ayuntamiento

Antonio Jiménez Barca

El sábado 29 de junio de 1996 la vida se le torció a Javier Torres, de 14 años: se lanzó de cabeza en una playa marroquí, chocó con algo, del golpe se quebró la columna y quedó tetrapléjico. Había acudido a Rabat para participar en unas jornadas de natación organizadas, entre otros organismos, por el Instituto Municipal de Deportes (IMD). El padre considera que los técnicos de este instituto no vigilaron convenientemente al chico y que, tras el golpe al agua, no le atendieron bien. Han demandado al municipio y piden 200 millones de indemnización. El Ayuntamiento considera que todo fue "un lamentable accidente".La madre de Javier, María Dolores Gómez, tiene la tragedia de su hijo grabada en la memoria: "Según cuenta él, se lanzó de cabeza en una playa con unos amigos y se golpeó en la cabeza; nosotros creemos que con unas rocas. Los amigos que le acompañaban le levantaron y, como vieron que no se movía, creyeron que estaba bromeando y le soltaron otra vez. Un error, porque cuando alguien se hiere en la columna no hay que moverlo. Luego vieron que la cosa iba en serio".

La familia considera que el médico del IMD que acompañaba a la expedición no se encontraba cerca del lugar del accidente. Y aportan como prueba el informe del IMD en el que se dice que quien sacó al chico del agua fue un socorrista marroquí. Y tanto para el padre como para la madre de Javier, la playa, rocosa, merecía más cuidado.

La familia considera también que el traslado del chico se llevó a cabo sin prever todas las medidas de seguridad necesarias en un accidente de este tipo, que exige mover lo mínimo posible al herido. Para los parientes, esto no se cumplió ya que el muchacho peregrinó por tres centros médicos diferentes y que, como consecuencia, las secuelas de la enfermedad han sido mayores. "Uno de los que atendió a Javier me informó de que no entendía cómo se le había inmovilizado tan mal", acusó el padre, José Luis Torres.

El enfermo fue trasladado en un avión desde Rabat a Madrid a las cinco de la mañana del domingo 30, hora en que las autoridades marroquíes permitieron la operación. Desde Barajas, el chico fue conducido al hospital Doce de Octubre. Un día después entró en el hospital de parapléjicos de Toledo.

Cuando habla de la tragedia, la madre recurre a una frase demoledora: "Yo entregué al IMD un niño sano y fuerte como un toro y no me lo devolvieron así".

Los responsables municipales, aunque lamentan el accidente ("nosotros tenemos tanto corazón como el que más y el que nos lo niega no entiende nada", dice uno de ellos), sostienen que hicieron todo lo posible. La familia no lo cree así.

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Tras varias conversaciones entre la familia y el gerente del IMD, Guillermo Jiménez, éste decidió pagar una silla de ruedas y ordenar que una fisioterapeuta atienda de por vida, dos horas a la semana, a Javier. Así se hizo.

Pero a la familia no le bastó. "En reuniones con Jiménez se nos prometieron más cosas. Para empezar, nos dijeron que nos iban a ayudar en la compra de una casa porque en el piso en el que estábamos Javier no se podía desenvolver", relata el padre. "El gerente del IMD prometió que iban a buscar formas imaginativas, y lo dijo así, formas imaginativas, para financiar la vivienda, pero no ha sido así. Al final nos hemos ido a un chalé en Boadilla que encontramos en buenas condiciones financieras, pero ahora estamos con el agua al cuello". Los padres persiguen una solución pactada que les evite agotar la vía jurídica que puede tardar más de cinco años. "Yo, dentro de cinco años, ¿qué hago con el dinero? Yo lo necesito ahora para darle a mi hijo todas las atenciones y para que no se hunda psicológicamente". Un técnico del IMD que ha estado en contacto con la familia desde el incidente replicó que el Ayuntamiento se hizo cargo "además de la silla, que costó dos millones de pesetas, del traslado en avión privado y del fisioterapeuta, de otras cosas". Este representante añade que el IMD se ha comprometido a emplear al muchacho si termina la carrera de Educación Física del INEF (los padres replican que en el INEF les ponen problemas para admitirlo) y que, en lo que respecta a la casa, "el Ayuntamiento no puede hacer nada". Y lo explica: "Si el IMD fuera responsable, habríamos pagado la indemnización prevista en los seguros de responsabilidad civil. Pero no es así".

El técnico del Ayuntamiento añade que él mismo se desplazó a la playa del incidente y comprobó que era "tranquilísima, de arena, en la que no había ningún riesgo". "Así que lo que ocurrió fue un lamentable accidente cuya única culpa la tiene Javier, aunque suene duro el decirlo. Todos los años se producen incidentes de este tipo en las playas: la gente se tira de cabeza sin comprobar que no hay suficiente agua; en el caso que nos ocupa, el médico que acompañaba a los niños no tuvo ninguna responsabilidad y por eso no podemos pagar ninguna indemnización: sería ilegal y el interventor municipal lo invalidaría", dice el técnico. Pero los padres se quejan, sobre todo, del resto de promesas "no cumplidas por el IMD". "Nos han toreado durante años. El director gerente, tras prometernos lo de la ayuda imaginativa, nos exigió que no fuéramos a la prensa y que, si decidíamos ir a los tribunales, lo lleváramos a cabo de forma silenciosa. Nosotros, que le creímos, paralizamos la demanda judicial. Lo único que hemos conseguido es tener la demanda judicial aparcada más de un año y así retrasar todo el proceso".

Jiménez replica que él nunca prometió nada. "Todo lo más, me comprometí a ayudarles, a intentarlo, pero si siempre que prometemos intentar algo luego se nos acusa de no haberlo podido conseguir, al final optaremos por protegernos tras el servicio jurídico". Lo que perseguía Jiménez, según explica, era organizar un partido homenaje a fin de recaudar fondos. Pero sus técnicos se lo quitaron de la cabeza: "¿Quién se iba a movilizar por este accidente, de una familia de clase media, cuando hay tantas desgracias?", se pregunta un técnico: "A lo mejor organizábamos un partido y nos salía el tiro por la culata y perdíamos dinero".

"Lo que más lamento", concluye Jiménez, "es que al final te tengas que defender de alguien a quien no quieres atacar". Pero la familia no lo ve así: consideran que el Ayuntamiento actuó mal y nadie les convencerá de lo contrario.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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