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DÍAS EXTRAÑOS Búscate una vida RAMÓN DE ESPAÑA

Los norteamericanos tienen un consejo excelente para toda esa gente cuya única razón para no suicidarse es una saga cinematográfica como La guerra de las galaxias o una serie de televisión como Star Trek: "Get a life" (búscate una vida). Un amigo mío, gran aficionado a los cómics pero terriblemente autocrítico con la caterva de freaks que los consume, fabricó unas pegatinas que deberían lucir en la solapa todos esos cenutrios capaces de plantar la tienda de campaña junto al cine en que se va a estrenar La amenaza fantasma. La pegatina luce el rostro de un tipo gordito y con cara de tonto y la leyenda "soy patético y tú lo sabes". Lamentablemente, es poco probable que los seguidores de La guerra de las galaxias compartan el peculiar sentido del humor de mi amigo. A fin de cuentas, los tebeos animados de George Lucas son lo mejor que les ha pasado en la vida. Nunca he compartido el entusiasmo general en torno a las aventuras de Luke Skywalker, Nan Solo y la princesa Leia. No soy el único: hasta Alec Guiness, que interpretó a Obi Wan Kenobi, se permite en su último dietario, recién publicado en Inglaterra por Hamisch Hamilton, unos sarcasmos bastante crueles al respecto. De todas maneras, uno no ha podido evitar tener a menudo la impresión de que se estaba perdiendo algo, como cuando está a punto de celebrarse un partido fundamental entre el Barça y el Real Madrid y a ti, por mucho que lo intentas, te trae sin cuidado. Recuerdo que no salí muy contento del cine cuando se estrenó la primera entrega de La guerra de las galaxias. Me pareció un tebeo infantil caro y tontorrón protagonizado por una pareja muy poco estimulante. A Mark Hammill lo encontré muy bajito. A Carrie Fisher, carente del menor interés erótico. Con el tiempo, Mark Hammill acabó convertido en carne de videoclub. Carrie Fisher se volvió tarumba a causa de las drogas y el alcohol, pero supo rentabilizar sus desgracias escribiendo Postales desde el filo, cuya adaptación cinematográfica dio una pasta. En su etapa más delirante se casó con Paul Simon, al que no dio muy buena vida, según me contó hace un par de años en Nueva York mi amiga Joan Logue, videoartista de pro encargada de poner imágenes a la canción de Simon René and Georgette Magritte with their dog after the war; parece que Carrie se presentaba en el rodaje del videocorto a darle la tabarra a su marido y que éste no sabía qué hacer para quitársela de encima. Un día, mientras la princesa Leia pegaba gritos por ahí, Paul Simon desapareció. Mi amiga Joan lo encontró encerrado en un armario, esperando que escampara la tormenta galáctica. Aunque la fuerza (mental) no acompañase a Carrie Fisher, uno ha intentado comprender el éxito de la saga y participar de él. No vi en su momento ni la segunda ni la tercera parte, y no he podido aguantar más de 15 minutos cada vez que las han pasado por televisión. Pero cíclicamente tomo la decisión de acercarme al videoclub, alquilarlas y obligarme a verlas en casa. Aunque a la hora de la verdad pillo cualquier otra cosa y dejo el esfuerzo estelar para mejor ocasión. A veces, incluso opiniones autorizadas me refuerzan en mi tesis de que no me estoy perdiendo nada: en el último número de Time Out, dos cineastas tan queridos por mí como David Cronenberg y Todd Solondz vienen a decir, con muy buenas palabras, que la saga del señor Lucas les parece una inmensa tontería. ¿Iré a ver La amenaza fantasma? Hombre, la verdad es que Lucas ya la ha amortizado antes de estrenarla, así que no necesita mi dinero. Nadie me echará en falta en los cines, pues las masas juveniles se abalanzarán a verla (exceptuando, tal vez, a los hooligans de las juventudes pujolistas, que están muy ocupados votando siete veces cada uno en las primarias de los demás). La perspectiva de plantarme junto a una cola de espectadores, subido a un cajón de naranjas y gritando a través de un megáfono el acertado mantra "¡buscaos una vida!" es tentadora, pero puede que me limite a repartir esas pegatinas en las que un gordito con cara de tonto dice: "Soy patético y tú lo sabes".

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